El Endurance, el legendario navío de Ernest Shackleton, se convirtió en símbolo de resistencia y heroísmo tras su hundimiento en las gélidas aguas del mar de Weddell en 1915. Ahí comenzó el mito, porque durante más de un siglo, su final estuvo envuelto en un halo de misterio, atribuido al golpe letal de los hielos contra su timón. Ahora, la ciencia ha revelado que la verdad era más compleja y, en cierto modo, inquietante: el barco nunca estuvo preparado para sobrevivir.
El mito y la verdad. Como decíamos, durante más de un siglo, 110 años para ser exactos, el relato heroico de Ernest Shackleton y su tripulación en el hielo antártico se acompañó de la convicción de que el Endurance fue el navío de madera más robusto de su tiempo, víctima de un golpe fatal de los hielos contra su timón.
Sin embargo, investigaciones recientes han desmantelado esa narrativa. El análisis minucioso del pecio descubierto en 2022 revela que el barco estaba condenado desde el principio: no fue un único impacto el que lo hundió, sino la acumulación de fuerzas compresivas que aplastaron su débil estructura y, muy importante en el relato final, Shackleton probablemente lo sabía cuando partió hacia el Weddell.
La expedición atrapada. El Endurance zarpó en 1914 con el ambicioso plan de atravesar la Antártida a pie, pero a principios de 1915 quedó atrapado en un mar sólido de hielo. Durante diez meses la tripulación resistió a bordo hasta que las presiones comenzaron a deformar la nave.
Las cubiertas se combaban, el casco vibraba con estrépito y los diarios de los marineros recogían el sonido del crujir de la madera bajo fuerzas descomunales. El 27 de octubre de 1915 Shackleton ordenó abandonar el barco, y semanas después el casco terminó hundiéndose tras una sucesión de embestidas de presión que arrancaron mástiles y abrieron la estructura en dos.
Secciones transversales idealizadas de los primeros buques antárticos. El Endurance era del tipo (a); el Deutschland del tipo (b)
Fortaleza con pies de barro. Lejos de ser el navío invulnerable de la leyenda, el Endurance había nacido como barco de turismo polar y de caza de osos y morsas en el Ártico. Su diseño carecía de los refuerzos críticos para sobrevivir atrapado en un mar helado: no tenía vigas diagonales que mantuvieran separadas las bandas del casco ni bastidores que sostuvieran la sala de máquinas, su zona más frágil.
Allí, según testigos como el científico Reginald James o el capitán Frank Worsley, las planchas de hierro se combaban y los suelos se abombaban mientras el hielo presionaba sin cesar. El rudder y la quilla se partieron, pero no fueron la causa sino la consecuencia de esa debilidad estructural.
Pecio descubierto en 2022
Shackleton lo sabía. Es una de las claves que ha visto ahora la luz. Lo más revelador es que Shackleton no ignoraba esos defectos. Había participado en rescates de otros buques destrozados por el hielo y aconsejado al alemán Wilhelm Filchner reforzar con vigas diagonales su Deutschland, que así logró sobrevivir ocho meses atrapada.
Incluso en una carta a su esposa admitió que el Endurance no era tan sólido como el Nimrod, la nave de su expedición previa. Aun así, lo adquirió sin modificaciones, movido por la urgencia de emprender un proyecto colosal en medio de sus deudas, sus fracasos personales y la competencia con otros exploradores por alcanzar la gloria antártica.
La historia reescrita. El nuevo estudio de Jukka Tuhkuri desmonta el mito de la invulnerabilidad del Endurance, mostrando que fue un barco inadecuado enfrentado a un entorno implacable. Sin embargo, esa constatación no disminuye la figura de Shackleton, sino que la enmarca con más realismo: un líder que arriesgó consciente de que la aventura podía costar la nave, pero que salvó milagrosamente a toda su tripulación.
En un tiempo en que la exploración polar era un salto de fe hacia lo desconocido, el naufragio del Endurance no fue solo el fin de un barco, sino la prueba de que incluso la madera más fuerte cede ante la presión del hielo, mientras la voluntad humana logra sobrevivir allí donde la técnica fracasa.
Destino compartido. Lo cierto es que el drama del Endurance no fue un episodio aislado. Décadas antes, en 1876, doce balleneros estadounidenses se hundieron frente a Alaska por carecer de los refuerzos necesarios frente a los hielos comprimidos, arrastrando consigo el sustento de cientos de familias. Algo similar ocurrió en 1903 con el Antarctic, un navío sueco atrapado y destrozado en el mar de Weddell.
Y, en contraste, el caso del Deutschland demuestra cómo unas simples modificaciones podían marcar la diferencia entre el hundimiento y la supervivencia. Si se quiere también, todos estos episodios dibujan un patrón: el hielo polar no perdona improvisaciones ni economías de riesgo. Shackleton, con su instinto de liderazgo, consiguió lo que otros capitanes no lograron: salvar a todos sus hombres, aunque a costa de exponerlos al sacrificio de una nave que nunca debió enfrentarse sola a la brutalidad del continente blanco.
Imagen | Picryl, Picryl, Falklands Maritime Heritage Trust
En Xataka | Más de cien años después, hemos encontrado los restos del ‘Endurance’ de Shackleton hundido en el Antártico
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La noticia
110 años después por fin sabemos qué hundió al ‘Endurance’ en el Antártico. El culpable no fue el hielo: fue mucho peor
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Xataka
por
Miguel Jorge
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