Cuando hablamos de endogamia en el mundo histórico, la verdad es que es fácil pensar en las dinastías reales o en poblaciones insulares que estaban al borde de la extinción. Pero la verdad es que este tipo de prácticas se remonta a hace 4.000 años, puesto que ha sido ahora cuando un equipo de investigadores ha encontrado la primera prueba biológica irrefutable de una unión sexual entre un padre y su propia hija en la prehistoria europea.
El estudio. Aunque pueda parecer una auténtica locura, el hecho de que un padre y su propia hija estaban unidos más allá del lazo familiar, la realidad es muy diferente. La investigación publicada en Communications Biology ha llegado a esta conclusión tras analizar unos restos de una comunidad de la Edad de Bronce en Calabria.
Lo descubierto. El hallazgo se centra en la Grotta della Monaca, un sitio arqueológico en el sur de Italia utilizado tanto para la minería como para enterramientos durante la Edad del Bronce (entre 1780 y 1380 a.C.).
Allí, los arqueólogos recuperaron restos de varios individuos, pero dos de ellos llamaron poderosamente la atención de los genetistas al analizar su ADN. En concreto, un varón adulto con el código GMO022 y un niño preadolescente con el código GMO007.
El material genético. Sin duda guarda una gran cantidad de secretos, y el hecho de que se mantenga con el paso del tiempo para conocer todos sus detalles. Al secuenciar los genomas de estos dos sujetos, los investigadores vieron el parentesco que tenían con una gran claridad, y es que el sujeto con el número 22 no era solo padre del niño. El análisis reveló que la madre de niño también era la hija del sujeto 22.
Es decir, el niño GMO007 era fruto de una unión de primer grado entre padre e hija. Según los investigadores, liderados por paleogenetistas de la Universidad de Bolonia y el Instituto Max Planck, esta es la evidencia más antigua de este tipo de incesto jamás secuenciada en Europa.
Detrás del hallazgo. ¿Cómo pueden estar tan seguros los investigadores de esto? La clave está en una medida genética llamada ROH o «tramos de homocigosidad«. Para entenderla, hay que saber que cuando dos padres están estrechamente relacionados, su descendencia va a heredar bloques genéticos idénticos de ambos lados, y no diferentes, como es lo normal en las relaciones con dos personas diferentes genéticamente. Cuanto más cercano es el parentesco, más largos son estos bloques.
En el caso del niño GMO007, los investigadores encontraron tramos de ADN idéntico inusualmente largos, que ocupaban una porción masiva de su genoma. Esto a través de los modelados informáticos consiguió descartar que fuera una unión entre hermanos, y confirmó que los marcadores encajaban en una relación padre-hija.
¿Costumbre? Sin duda es la idea que se nos puede venir a la cabeza al ver algo que a día de hoy puede ser una auténtica aberración. De esta manera, buscando las razones, se vio que esta comunidad no contaba con un estado de aislamiento que justificara que tuvieran que procrear entre los propios familiares, puesto que la población era de unos 5.000 individuos. De esta manera, había muchas opciones disponibles para no tener que optar por tener una relación entre padre e hija.
Esto lleva a los autores del estudio a una conclusión importante: esto no era una práctica cultural aceptada. A diferencia de las dinastías egipcias posteriores o los incas, donde el incesto real era sagrado, en esta comunidad de la Edad del Bronce el caso de GMO007 parece ser un evento único.
No era normal. De esta manera, parece que esto fue un evento fortuito o una violación de un tabú, que por alguna razón ocurrió en esta familia. Las razones no se conocen, pero en ese momento no era algo aceptado por las normas sociales, pese a estar hablando de una comunidad con 3.700 años de antigüedad.
Su importancia. Hasta ahora, la evidencia de incesto de primer grado (padres-hijos o hermanos completos) era casi inexistente en el registro genético europeo fuera de casos muy puntuales. Teníamos datos de uniones entre hermanos en neandertales o casos distantes en el Neolítico irlandés (Newgrange), pero nada tan explícito entre generaciones directas en este periodo. De esta manera, este estudio nos recuerda que el ADN de los más antiguos nos sirve incluso para ver sus detalles más íntimos.
Imágenes | Sangharsh Lohakare
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La noticia
Hemos encontrado la evidencia genética de incesto más antigua de Europa. Y es un caso de padre e hija
fue publicada originalmente en
Xataka
por
José A. Lizana
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