La aparición simultánea de los dos extremos de la flota de portaaviones china, el veterano Liaoning y el recién incorporado Fujian, atracados en la misma base naval no parece que sea una casualidad logística, sino más bien una imagen cuidadosamente elocuente.
Una que solo puede significar una cosa: está entrenando el “uno más uno” naval.
Dos portaaviones, un mensaje. Las imágenes satelitales muestran a ambos buques amarrados en Qingdao, un puerto históricamente vinculado al desarrollo de la aviación naval china y que ahora se expande para acomodar una nueva fase de ambición marítima.
Juntos, representan el pasado aprendido y el futuro que se ensaya: la transición de una marina regional a una fuerza de aguas azules capaz de operar de manera sostenida lejos de sus costas.
Del símbolo a la capacidad real. China ya posee la mayor marina del mundo por número de cascos, pero el salto cualitativo lo marca la aviación embarcada. La entrada en servicio del Fujian, el primer portaaviones chino diseñado desde cero con catapultas electromagnéticas introduce una capacidad que hasta ahora solo dominaba Estados Unidos.
Frente a él, el Liaoning aporta más de una década de experiencia operativa. La convivencia de ambos en el mismo muelle apunta a algo más que mantenimiento: sugiere integración doctrinal, transferencia de conocimientos y el inicio práctico de operaciones de grupo con múltiples portaaviones, un umbral que separa a las marinas regionales de las verdaderamente globales.

Qingdao como laboratorio. El amarre lado a lado es inusual y deliberado. Coincide con la declaración de zonas marítimas restringidas en el estrecho de Bohai y el norte del mar Amarillo, un indicio clásico de ejercicios inminentes. Todo apunta a entrenamientos conjuntos en los que se compararán ritmos de salida de aeronaves, seguridad en cubierta, logística, mando y control, y coordinación entre alas aéreas.
El objetivo no es solo que el Fujian aprenda del Liaoning, sino comprobar cómo dos plataformas con capacidades distintas pueden operar como un solo sistema, multiplicando su eficacia. En términos navales, no se trata de sumar buques, sino de crear sinergias operativas.

Más allá del Estrecho. El desplazamiento del Fujian hacia el norte, atravesando el Estrecho de Taiwán sin aviones en cubierta, ha sido seguido de cerca por Tokio y Taipéi. Precisamente ese detalle refuerza la lectura de que no se trata de una misión de combate, sino de adiestramiento.
El trasfondo, sin embargo, parece inequívoco: Pekín quiere romper la lógica de la Primera Cadena de Islas (el arco que va de Japón a Filipinas pasando por Taiwán) y demostrar que puede proyectar poder más allá de ella. Operar dos portaaviones de forma coordinada es clave para sostener presencia, proteger líneas marítimas lejanas y ofrecer una disuasión creíble frente a grupos de portaaviones estadounidenses.

Respuesta implícita a Washington. Desde el Pentágono se asume que la Armada del Ejército Popular de Liberación está en las primeras fases de operar una fuerza multinaval con portaaviones, ampliando progresivamente su radio de acción. La presencia continuada de portaaviones estadounidenses en el Indo-Pacífico, bajo la lógica de contención y defensa de aliados, actúa como catalizador de este proceso.
Si se quiere también, de alguna forma China parece decir que no necesita anunciar una doctrina para que el mensaje cale: la imagen de dos portaaviones juntos en Qingdao comunica que el aprendizaje acelerado ha comenzado y que la brecha operativa se está cerrando.
El poder del mañana. Qué duda cabe, los analistas coinciden en que estos movimientos no indican un conflicto inminente. Pero sí revelan una preparación paciente y metódica. La integración de tripulaciones, la comparación de procedimientos y el ensayo de mando dual son pasos imprescindibles para una marina que aspira a operar de forma autónoma en el Pacífico occidental y más allá.
Japón lo observa con especial atención porque ya ha visto a portaaviones chinos cruzar su perímetro defensivo en ejercicios recientes. Cada despliegue, cada entrenamiento conjunto, normaliza lo que hace una década habría parecido excepcional.
El umbral que China quiere cruzar. En resumen, el verdadero significado de Qingdao no está en el número de toneladas ni en la novedad tecnológica del Fujian, sino en la señal de madurez. Pasar de un portaaviones experimental a una pareja que entrena junta es cruzar un umbral estratégico. No es la antesala de la guerra, pero sí del estatus.
China ensaya hoy la coreografía que necesitará mañana para sostener su ambición marítima global. Y en ese ensayo, el mensaje para aliados y rivales es claro: la era del portaaviones chino solitario ha quedado atrás, y la del grupo de portaaviones acaba de empezar.
Imagen | Copernicus
En Xataka | El primer portaaviones de China, cazado desde el espacio por un satélite estadounidense
–
La noticia
Imágenes por satélite han revelado que China ha juntado sus portaaviones más importantes. Y eso solo puede significar una cosa
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
.






































