A finales de los 70 y principios de los 80, Bill Gates no solo era conocido por su talento en la programación y por haber fundado una de las empresas de tecnología más pujantes, sino también por su afición por la velocidad y los superdeportivos. Especialmente los de Porsche.
El problema de conducir un superdeportivo, es que resulta relativamente sencillo superar los límites de velocidad. Gracias a esta facilidad para pisar el acelerador más de la cuenta, Gates atesora un extraño récord: tres multas de velocidad en un solo trayecto. De acuerdo a lo publicado por Luxury Launches, dos de ellas puestas por el mismo policía que le estaba siguiendo.
Liberar estrés a toda velocidad. Cuando Microsoft estaba aún en sus primeros pasos en Albuquerque, Nuevo México, Gates solía conducir su Porsche a gran velocidad por el desierto tras largas jornadas de programación. Esta costumbre le generó más de un problema con la policía local y terminó con la ya famosa fotografía de su ficha policial en 1977. Aunque, en su descargo, cabe decir esa detención se debió a saltarse un stop y conducir sin licencia para Alburquerque, no por exceso de velocidad.
Esa conducta temeraria al volante le generó todo tipo de problemas, y terminó con la paciencia de todo su entorno. Tal y como contaba Walter Isaacson en una entrevista para Time, Paul Allen, su socio fundador en Microsoft, tuvo que sacarlo de la cárcel bajo fianza después de una de sus escapadas a medianoche para conducir a toda velocidad por las carreteras del desierto de Nuevo México.
2.000 kilómetros dan para mucho. En 1979, Microsoft tomó la decisión de trasladarse de Alburquerque a Seattle para fijar allí su sede principal, por lo que sus fundadores también hicieron las maletas de regreso a norte. Sin embargo, Gates decidió que, en lugar de enviar su Porsche 911 en un camión, sería buena idea conducirlo él mismo hasta Seattle.
Tal y como el millonario ha reconocido en varias entrevistas, en ese viaje hasta Seattle llegó a acumular hasta tres «multas muy graves por exceso de velocidad», dos de ellas por el mismo agente que, tras detectar el exceso de velocidad de Gates, comenzó a seguirle. En este tramo, el millonario cometió otra imprudencia más, lo que le llevó da una doble multa. «Fue un viaje muy largo» aseguraba el millonario.
Gates y su obsesión con los Porsche. Desde que comenzó a conducir – y pudo permitírselo— Gates se ha sentido especialmente atraído por los superdeportivos fabricados por Porsche. En 1987, Gates encargó un Porsche 959, considerado entonces uno de los superdeportivos más avanzados del mundo, gracias a su motor biturbo, tracción total y electrónica pionera. El coche era capaz de alcanzar los 317 km/h y solo se fabricaron 337 unidades, algo que lo convertía en un verdadero objeto de colección.
Sin embargo, cuando el coche llegó a Estados Unidos, fue retenido en la aduana de Seattle porque la marca no había pasado los test de seguridad para EEUU de ese modelo importado. Durante 13 años, Gates pagó una tasa de 28 dólares al día para mantener el coche custodiado en el puerto, lo que sumó más de 133.000 dólares solo por mantenerlo guardado hasta que se aprobó una ley que le permitía circular legalmente.
Su Ferrari «Buggy de arena». Además de una nutrida colección de Porsches, por el garaje de Gates también han desfilado coches de Ferrari, Jaguar y Mercedes- Benz. Según contaba Walter Isaacson en su entrevista con Gates, el más popular de ellos fue un Ferrari 348 que se ganó el apodo de «buggy de arena» después de que Gates se metiera con él en la arena y comenzará a hacer derrapes con él.
Además de distintas unidades de coleccionista y variantes del 911, en la actualidad el millonario conduce de forma habitual un Porsche Taycan, un deportivo totalmente eléctrico con el que Gates aparece en algunos planos en su miniserie ‘¿Y ahora qué? El futuro según Bill Gates‘.
Imagen | Flickr (First Minister of Scotland), Unsplash (Jeff Cooper)
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La noticia
A Bill Gates le gustaba pisarle: lo descubrió su Porsche 911 en un viaje de 2.000 kilómetros y lo descubrió también la policía
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Rubén Andrés
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