El éxito es una extraña combinación de talento y suerte: puedes tener una, pero sin la otra, es imposible que sigas adelante con lo que te propongas. Este fue el caso de Hidemaro Fujibayashi, quien inició humildemente como diseñador en Capcom, y terminó convirtiéndose en uno de los ingenios más preciados de Nintendo: y así fue como alcanzó su merecido lugar en la industria de los videojuegos.
El inesperado nacimiento de una leyenda: Hidemaro Fujibayashi
Hidemaro Fujibayashi tuvo un debut bastante modesto en los videojuegos: contratado como planificador y diseñador en Capcom, su creatividad estuvo empeñada en títulos poco conocidos como Gakkou no Kowai Uwasa: Hanako-san ga Kita!! y Magical Tetris Challenge. Sin embargo, su primera gran oportunidad con la saga Zelda llegó gracias a una colaboración entre Capcom y Nintendo, donde tuvo la oportunidad de dirigir algunos juegos para consolas portátiles.
Fue durante este periodo que Fujibayashi demostró su capacidad para llevar la esencia de Zelda a nuevas plataformas, destacando especialmente en su dirección de títulos como The Legend of Zelda: Oracle of Seasons y Oracle of Ages para Game Boy Color, y The Minish Cap para Game Boy Advance. Su visión y su habilidad para captar la esencia de la saga llamaron la atención de Nintendo, que vio en él un talento invaluable, y Capcom lo dejó ir, así como así, sin comprender del todo su potencial.

Una vez que llegó a Nintendo, Fujibayashi dejó claro por qué su visión era perfecta para la saga Zelda. Desde su trabajo como director en Skyward Sword para Wii, pasando por su trabajo revolucionario en Breath of the Wild para Switch, hasta su consolidación en Tears of the Kingdom, Fujibayashi se convirtió en el pilar creativo que muchos soñaban tener. Cada título que dirigió no solo estuvo marcado por su capacidad para innovar, sino por su profundo respeto por los elementos clásicos que definieron a la franquicia.
Quizá nunca sabremos si la suerte fue tan importante como el talento de Fujibayashi, pero lo que sí está claro es que ambas jugaron un papel crucial en su carrera. De haberse quedado en Capcom, probablemente nunca habría alcanzado el estatus de leyenda que posee hoy, ni habría dejado su huella en la historia de Zelda. O por el contrario: tal vez hubiera sido un genio escondido dentro de los confines de Capcom. Lo cierto es que, como bien sabemos, la vida le llevó a Nintendo, y con ello, su nombre se forjó entre los grandes.

La historia de Fujibayashi no es solo una lección sobre el destino en los videojuegos, sino también un recordatorio de cómo el talento, cuando está unido a la suerte, puede transformar a cualquier persona en verdadera una leyenda.
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La noticia
Capcom lo dejó ir, pero Nintendo lo convirtió en leyenda: este director cambió el gaming con Zelda
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3DJuegos LATAM
por
Jesús Zamora
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