
Mientras la ciudad baja el ritmo y la mayoría de comercios echan el cierre, algunos supermercados siguen funcionando con normalidad. Abren de madrugada, mantienen las luces encendidas y las cámaras frigoríficas en marcha. Durante años, ese consumo constante apenas llamó la atención. Hasta que el pasado 2 de diciembre, una actuación conjunta de la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Guardia Urbana destapó que varios supermercados de Barcelona obtenían electricidad mediante conexiones ilegales a la red.
Bajo la lupa. No fue un caso puntual ni un solo barrio. Las inspecciones se repartieron por Nou Barris, Sant Andreu, Sant Martí, Gràcia, Eixample y Ciutat Vella. En total, 26 supermercados, y en 24 de ellos la electricidad no pasaba por el contador.
La Guardia Civil abrió diligencias contra 26 personas, de nacionalidad pakistaní y bangladesí, por un presunto delito de defraudación de fluido eléctrico. No eran pequeños comercios aislados. La mayoría funcionaban como supermercados franquiciados, algunos abiertos las 24 horas y pertenecientes a cadenas conocidas, según El Periódico. La actuación, bautizada como Nihari, se llevó a cabo con la colaboración de técnicos de Endesa y de inspectores de Trabajo y Seguridad Social, y terminó con el corte inmediato del suministro en los establecimientos, según informó la Guardia Urbana.
Electricidad pinchada a la red. La investigación arrancó tras una denuncia presentada por Endesa ante la Guardia Civil, tal y como señala La Vanguardia. La compañía eléctrica había detectado un patrón sospechoso: comercios que, por su actividad y horarios, registraban consumos anómalos o directamente inexistentes en sus contratos.
Una vez dentro de los locales, los técnicos comprobaron que la electricidad se obtenía mediante empalmes ilegales directamente a la red general o al alumbrado público. Manipulaciones sin ningún tipo de protección ni revisión técnica, diseñadas para evitar el pago de la factura energética. El fraude asciende a 2,85 millones de kilovatios, una cifra equivalente al consumo anual de 814 viviendas.
Un delito con riesgo de incendio. La Guardia Civil recuerda, según recoge El Periódico, que las conexiones ilegales carecen de sistemas de seguridad, aislamiento adecuado y protecciones contra sobrecargas, lo que incrementa de forma notable la posibilidad de cortocircuitos e incendios.
El peligro se agrava por la ubicación de muchos de estos supermercados: bajos comerciales de edificios residenciales, con gran afluencia de personas y proximidad a garajes, trasteros y zonas comunes. En este sentido, la Guardia Urbana subraya que el fraude eléctrico no es solo un delito contra el sistema energético, sino también un problema de seguridad ciudadana.
Mucho más que luz. La operación destapó un amplio catálogo de irregularidades. Durante las inspecciones, la Policía Nacional identificó a 59 personas. De ellas, cinco han sido consideradas víctimas de explotación laboral y otras cinco se encuentran en situación administrativa irregular.
Además, la Guardia Urbana de Barcelona levantó 87 actas por infracciones administrativas relacionadas con la seguridad, la higiene y el cumplimiento normativo. Entre ellas, salidas de emergencia bloqueadas, ausencia de extintores, baños impracticables, falta de carteles obligatorios, venta de alimentos caducados o en mal estado y ejercicio de la actividad sin licencia.
Por su parte, la Guardia Civil incoó 16 expedientes por contrabando, etiquetado incorrecto de productos, cámaras de vigilancia no señalizadas, tickets de venta sin los datos del empresario y manipulación de básculas, con un pesaje favorable al comerciante. También se detectó la ausencia del carnet de manipulación de alimentos en algunos trabajadores.
El mismo fraude, otro escaparate. Lo que antes se detectaba en pisos tapiados y naves industriales vinculadas al cultivo ilegal de marihuana aparece ahora en supermercados abiertos toda la noche. La investigación confirma que el fraude eléctrico ha dejado de ser un fenómeno estrictamente clandestino para instalarse, en algunos casos, en actividades aparentemente normales y de cara al público. Cambia el escenario, pero no el delito. Y tampoco los riesgos.
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La noticia
Creíamos que solo los cultivadores de marihuana estaban robando electricidad. Ahora resulta que los supermercados también
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alba Otero
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