El Palacio de los Gosálvez, una mansión levantada a comienzos del siglo pasado en Casas de Benítez (Cuenca), cerca del río Júcar, no pasa por su mejor momento. En su día fue la lujosa residencia del industrial Enrique Gonsálvez y su amplia familia, pero el edificio lleva décadas sufriendo el expolio y abandono para desesperación de los vecinos. O al menos ha sido hasta ahora. En marzo saltó la noticia de que el palacete cambiaba de manos para renacer como alojamiento y lugar de eventos.
La pregunta es si el conocido como «Versalles de Cuenca» logrará renacer o solo escribirá un capítulo más en la triste crónica que arrastra desde hace décadas.
Una joya desconocida. Lo conocen como «el Versalles de Cuenca» o «de La Mancha» y (aunque sin alcanzar el tamaño ni fastuosidad del edificio francés) lo cierto es que el Palacio de los Gosálvez es una joya digna de admiración.
De hecho esta antigua residencia palaciega levantada hacia 1900 en la provincia de Cuenca por orden del empresario Enrique Gosálvez está catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC), atrae el interés de cientos de visitantes e incluso cuenta con su propia asociación de ‘admiradores’, un colectivo que lleva tiempo clamando para que se frene el deterioro que sufre el inmueble desde hace décadas.
¿Tan importante es? Llega con echar un vistazo al Catálogo de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla-La Mancha para entender que el palacio es una pieza singular. Tanto desde un punto de vista histórico como arquitectónico. La construcción es de inspiración francesa, «un pequeño Versalles» muy en la línea de los palacios que se edificaban al norte de España a comienzos del siglo XX. Allí, en sus cerca de 20 estancias, vivió en su día el industrial Enrique Gosálvez con su extensísima prole entre lujos, elegante mobiliario y unos jardines suntuosos.
Más allá del interés arquitectónico del palacete el complejo incluye piezas adicionales, como torreones, una capilla de estilo neogótico, un cenador… y un extenso jardín que, recuerda el departamento de Cultura, es motivo por sí solo para visitar la finca. «Algunas especies son únicas en la Comunidad de Castilla-La Mancha», resalta. Por si eso no fuera suficiente, entre su decoración el palaceto llegó a incluir una fuente conocida popularmente como «La Zarina», un regalo (se cuenta) que la esposa del zar ruso Nicolás II hizo a Enrique Gosálvez.
Una joya en horas bajas. Ni su fastuosidad ni su rica histórica impidieron que el palacete acabase de la peor de las formas posibles: arruinado tras la muerte de Gosálvez. Aunque está protegido como BIC, la construcción ha ido deteriorándose de forma evidente hasta caer en la «lista roja» de Hispania Nostra, un listado en el que se incluye el patrimonio español «en riesgo de desaparición». Allí se advierte que el edificio es víctima de décadas de «un desastroso descuido» y «mutilaciones» que han provocado que la estructura se degrade y haya sufrido expolios.
Un rayo de esperanza. El futuro del inmueble pareció cambiar hace unos meses, cuando se interesó por él una pareja suiza que se propuso recuperarlo con un propósito claro: dedicarlo a alojamiento, actos sociales y visitas. Al menos así lo publicó en marzo elDiario.es, que informó de que el matrimonio se había hecho con la propiedad del recinto. Ellos mismos se habían encargado de anunciarlo a través de Instagram, desde una cuenta en la que acumula 24.400 seguidores.
De la noticia del cambio de propietarios se hicieron eco otros medios locales e incluso la Asociación Amigos del Palacio de los Gosálvez y su Entorno a través de su cuenta en Facebook. El tema se trató de hecho en una asamblea extraordinaria de agosto. «La buena noticia del cambio de propietarios y su interés por devolver a la vida el palacio y entorno han ido en paralelo de un renovado interés de muchos amantes del patrimonio de formar parte de la asociación», celebraba.
¿Perfecto, no? No del todo. El lunes El Confidencial publicó una crónica que actualiza la situación del palacio y muestra que su recuperación probablemente no va a avanzar tan rápido como deseaba la pareja suiza. El terreno se ha limpiado y desbrozado, pero cuando los nuevos dueños han querido tocar la construcción Patrimonio les ha echado el freno. Al menos eso es lo que relata otro post publicado en la misma cuenta de Instagram a comienzos de octubre.
«Se nos ha comunicado que no se autorizan ni labores básicas de mantenimiento, ni de protección provisional del edificio, ni retirar escombros». Los autores del post recuerdan que el palacete es un BIC, una figura que «en teoría» busca proteger el patrimonio, pero en su opinión «en muchos casos» logra el efecto «contrario».
«La inmensa regulación burocrática y administrativa para obtener permisos hace que nadie se atreva a restaurarlos ya que los costes se multiplican y los tiempos de obra se prolongan», abundan. «Esto hace inviable cualquier inversión, tanto por particulares como de administraciones públicas. Esta es la razón por la cual nos encontramos con infinidades de edificios BIC en ruina. No importa la intención de querer salvar edificios. Solo el respeto a normas de imposible cumplimiento».
«Estaban un poco equivocados». El Confidencial ha entrevistado también al alcalde de Casas de Benítez, el término municipal en el que se alza el palacete. En su opinión, la pareja ha pecado de optimista. «Estaban un poco equivocados con lo que conlleva este proceso», reflexiona. «Creían que todo se podía gestionar con el Ayuntamiento y yo los acompañé a Cuenca para que viesen que cada paso debe estar aprobado por Patrimonio. Descubrieron que iba a ser más largo y caro de lo esperado. Planeaban sacarle rentabilidad en tres meses con fiestas en el jardín».
Pedro Pablo Correas, de la Asociación de Amigos del Palacio , aclara también que «solo se les ha pedido que cumplan unos mínimos», como «que haya un arquitecto al frente del proyecto». «Este matrimonio viene de reformar un palacio neomudéjar espectacular en la finca el Caudete, en Alicante. Allí hicieron lo que les dio la gana, también usando voluntarios, y se creyeron que todo el montes orégano, pero esto es un BIC y las cosas no funcionan así», relata al mismo medio Daniel Pedrero, gestor de Patrimonio Cultural. «El palacio se cae a trozos, no puedes meter a voluntarios ahí, como mínimo tienen que estar asegurados».
¿Y ahora qué? El post del 5 a de octubre finaliza con una declaración firme: «¿Qué pasa ahora? No abandonamos, seguimos luchando por cumplir nuestro sueño y el de muchas personas de volver a ver el Palacio de los Gosálvez brillar en su mejor época». De momento el antiguo palacete de comienzos del XX y que vivió sus años de esplendor el siglo pasado sigue figurando en la «lista roja» de Hispania Nostra, donde se recuerda que el edificio y jardín se compraron para renacer como complejo hotelero, pero de momento siguen en la misma situación que antes.
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La noticia
Cuenca lleva décadas viendo cómo su «Palacio de Versalles» se cae a pedazos. Hay quien se ha propuesto cambiarlo
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Carlos Prego
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