La aeronave más resiliente de Estados Unidos acaba de escribir un nuevo capítulo en una historia que empezó hace medio siglo. La Fuerza Aérea y Sierra Nevada Corporation han puesto en marcha las primeras pruebas de vuelo del E-4C SAOC, sucesor directo del E-4B Nightwatch, la familia de “aviones del juicio final” que garantiza la continuidad de mando incluso en el peor escenario. Recientemente, un gigante basado en un Boeing 747-8, despegó por primera vez desde Dayton, Ohio, inaugurando una campaña de ensayos que se prolongará en los próximos meses y que abre la transición hacia una flota más moderna. Con este paso, el país norteamericano empieza a reemplazar unos búnkeres volantes que se acercan al final de su vida útil.
No es un concepto nuevo: hablamos de la evolución de un sistema que combina continuidad de gobierno, comunicaciones seguras y disuasión nuclear. El programa SAOC, con un contrato de más de 13.000 millones de dólares adjudicado en 2024, supone un cambio de método en el Pentágono: por primera vez, el fabricante original del 747 no lidera la integración y la responsabilidad recae en una compañía especializada en grandes conversiones, que ha reunido a socios de primer nivel para construir el avión de mando más avanzado de su tiempo. Ese vuelo inaugural es el primer peldaño de una década de trabajo para entregar una plataforma capaz de seguir operando cuando todo lo demás falle.
Un nuevo capítulo para el avión más estratégico de Estados Unidos
El SAOC (siglas de Survivable Airborne Operations Center) es el proyecto más ambicioso de la Fuerza Aérea para reforzar su red de mando, control y comunicaciones nucleares. Su misión es clara: garantizar que, aunque los centros estratégicos en tierra quedasen inutilizados, el liderazgo del país pueda coordinar una respuesta militar y mantener el control de las fuerzas armadas desde el aire. No es casual que estas aeronaves se conozcan como “aviones del juicio final”: están diseñadas para ser el último recurso en un escenario donde todo se derrumba, operando como un verdadero Pentágono volante.
La primera generación de esta plataforma, el E-4B Nightwatch, entró en servicio en los años setenta sobre la base de un Boeing 747-200. Actualmente, Estados Unidos mantiene cuatro unidades activas, todas ellas desplegadas en la Base Aérea de Offutt, Nebraska. A pesar de su robustez, el paso del tiempo les pasa factura: cada avión tiene décadas en servicio, los repuestos son cada vez más difíciles de conseguir y su disponibilidad ronda apenas un 55%. Mantener operativos estos gigantes es una tarea costosa, y la Fuerza Aérea prevé retirarlos a principios de la próxima década.
La renovación ya está en marcha. Sierra Nevada ha recibido cuatro de los cinco Boeing 747-8I adquiridos a Korean Air, y en ellos se están aplicando profundas modificaciones. Dayton, Ohio, y Wichita, Kansas concentran las operaciones de conversión y ensayos, que se extenderán al menos hasta 2026. Este plan escalonado permitirá que los nuevos aviones entren en servicio mientras los E-4B comienzan a retirarse, manteniendo siempre un núcleo operativo que asegure la continuidad de gobierno.
Un E-4B Nightwatch actualmente operativo
El salto tecnológico es evidente. El 747-8 es el último gran avión comercial de cuatro motores fabricado en Estados Unidos, con mayor capacidad de combustible, motores más eficientes y un fuselaje más amplio que su predecesor. Estas características lo convierten en la base ideal para un avión que necesita sostener operaciones prolongadas con reabastecimiento en vuelo. La celda del 747-8 aporta además margen de crecimiento para integrar equipos avanzados de comunicaciones, blindaje reforzado y sistemas redundantes, todos diseñados para sobrevivir a pulsos electromagnéticos o ataques cibernéticos.
E-4B Nightwatch de décadas de antigüedad en vuelo
A nivel industrial, el programa también marca una diferencia. Aunque Boeing sigue siendo el fabricante original del 747 y provee soporte estructural, esta vez no lidera el proyecto: la Fuerza Aérea optó por un modelo de datos abiertos para garantizar que el gobierno sea dueño del diseño y pueda modificarlo en el futuro sin depender exclusivamente del OEM. Boeing quedó fuera de la puja en 2023 tras desacuerdos sobre los términos del contrato y los derechos de datos, lo que abrió la puerta a Sierra Nevada Corporation como contratista principal. La compañía, conocida por sus proyectos de alta complejidad, ha formado un equipo con gigantes como Lockheed Martin, Collins Aerospace y Rolls-Royce para crear una plataforma sin precedentes en el ámbito militar.
Su papel en la historia reciente refuerza la necesidad de esta inversión. Los E-4B han participado en eventos críticos: desde ejercicios de continuidad de gobierno hasta emergencias como los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando al menos una de estas aeronaves despegó para proporcionar comunicaciones seguras en medio del caos. Estos aviones han acompañado de forma rutinaria al secretario de Defensa en viajes internacionales, permanecen en alerta durante los discursos presidenciales al Congreso y ejercen de red de respaldo cuando se ponen en marcha protocolos de seguridad nacional. En el imaginario popular aparecen poco, pero su mera existencia es parte de la estrategia de disuasión de Estados Unidos.
El E-4C SAOC es, más que una actualización, una apuesta a largo plazo. El contrato firmado con Sierra Nevada se extiende hasta 2036, lo que refleja la magnitud del desafío técnico y el tiempo necesario para completar la conversión de las aeronaves, certificarlas y desplegarlas plenamente. Con este plan, Estados Unidos asegura que la pieza más crítica de su sistema de mando y control nuclear seguirá vigente durante décadas. Aunque muchos detalles, como el equipamiento exacto de antenas y sistemas, siguen clasificados, lo que ya está en marcha es un mensaje claro: la capacidad de dirigir el país en una crisis global depende de una inversión estratégica que busca que siempre haya un centro de mando en el aire.
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La noticia
EEUU ya prueba su nuevo “avión del juicio final”. Su papel es mantener la cadena de mando incluso en un escenario nuclear
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Xataka
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Javier Marquez
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