Las herramientas actuales permiten ver el universo que nos rodea con un detalle inimaginable hace apenas unos años, pero la humanidad lleva milenios levantando la vista al firmamento y preguntándose cosas. Lo que tenemos más cerca es la Luna, y hace casi mil años alguien se preguntó por qué brillaba como si fuera una luz de emergencia.
Hoy ya tenemos la respuesta. Más o menos.
Destellos. Aunque siempre hayamos mirado al cielo, no fue hasta 1608 cuando pudimos hacerlo con algo de detalle. A la vez, varios fabricantes de lentes pelearon por convertirse en los inventores del telescopio, que era un tubo con una lente convexa como objetivo, una cóncava como ocular y… se acabó. En 1609, Galileo Galilei se enteró del invento y decidió construir su versión, a la que sacó partido a base de bien.
Descubrió los satélites de Júpiter y, entre otras muchas cosas (peligrosas para su época) también documentó los cráteres lunares. En esas primeras observaciones con más detalle, los astrónomos empezaron a preguntarse algo: ¿por qué la Luna emite destellos? Lo que probablemente no sabían es que no fueron los primeros en darse cuenta de esas luces fugaces.
Latidos de Luna. Retrocedamos medio milenio, hasta el 1178, año en el que Gervasio de Canterbury, un monje, escribió lo siguiente: “En la tarde del 18 de junio de 1178, después del atardecer, cuando la luna acababa de hacerse visible, un fenómeno maravilloso fue presenciado por cinco hombres o más. Había una luna nueva brillante, sus cuernos estaban inclinados hacia el este y de repente, el cuerno superior se partió en dos. Desde el punto medio de la división brotó una antorcha llameante, que arrojaba, a considerable distancia, fuego, brasas ardientes y chispas”.
Continuó: “Mientras tanto, el cuerpo de la luna, que estaba por debajo, se retorcía, por así decirlo, con ansiedad… la Luna palpitaba como una serpiente herida. Después, recuperó su estado habitual. Este fenómeno se repitió una docena de veces o más, adoptando la llama diversas formas retorcidas al azar. Luego de estas transformaciones, la luna, de cuerno a cuerno… adquirió un aspecto negruzco”
¿Qué dice este? “El autor de este escrito recibió este informe de hombres que lo vieron con sus propios ojos, y están dispuestos a poner en juego su honor bajo juramento de que no han añadido ni falsificado nada en el relato anterior”. Tranquilo, Gervasio, te creemos. Lo que describió se conoce como TLP, ‘transient lunar phenomena’ o “fenómenos lunares transitorios”.
Se trata de algo que ha fascinado a los astrónomos desde hace siglos, y básicamente se trata de destellos, brillos localizados en alguna parte de la superficie lunar o, incluso, oscurecimientos de la misma. Su duración es breve, y hay varias teorías.
Acribillada. Una de ellas apunta, directamente, al bombardeo constante de meteoritos que experimenta el satélite. Se trata de la explicación más respaldada por la evidencia, y tiene todo el sentido. Se estima que la Luna recibe el impacto directo de decenas de miles de meteoritos cada año. La NASA calcula que 33.000 meteoritos golpean la Luna cada año, con unos 100 del tamaño de una pelota de pinpong alcanzando su superficie con una fuerza equivalente a unos 3,2 kilos de dinamita.
Estudios como NELIOTA han conseguido relacionar esos impactos a los destellos que vemos desde la Tierra. La frecuencia es de unos ocho destellos por hora, pero en épocas en las que hay una mayor actividad meteórica, la cifra aumenta hasta los doce por hora.
Impactos en la Luna recogidos por NELIOTA y relacionados con ‘flashazos’
Alternativas. Hay corrientes de pensamiento alternativas que relacionan estos ‘flashazos’ con emisiones de gases del subsuelo lunar -como pueden ser emanaciones de radón, gas que tiene presencia en el satélite- o por fluctuaciones geológicas. El bombardeo sigue siendo la teoría más aceptada, pero hay ‘flashazos’ que no estarían relacionados con impactos.
Sea lo que sea, y si aquel monje inglés de hace 850 años pudiera enterarse de esto, seguro que se sentiría aliviado al saber que aquellos latidos de la Luna, aquellas palpitaciones cual serpiente herida, no eran producto de su imaginación.
Imágenes | Universidad de Canterbury, NASA, ESA
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La noticia
En 1178 un monje se dio cuenta de que la Luna «latía como una serpiente herida». Hoy sabemos qué son esos destellos
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alejandro Alcolea
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