Hay amistades que trascienden los proyectos, los contratos y las fronteras. Una de ellas es la de Hideo Kojima, el legendario creador japonés de Metal Gear Solid y Death Stranding, y Guillermo del Toro, el cineasta mexicano que ha dado vida a mundos tan fascinantes como El laberinto del fauno o La forma del agua. Lo que comenzó como una admiración mutua entre dos creadores terminó por convertirse en una alianza creativa y personal que ya es parte de la historia del entretenimiento.
El día de hoy fue especialmente significativo para Kojima: presentó Physint, su nuevo juego para PS5; mostró un avance de OD Knock, su proyecto con Xbox; y compartió el primer adelanto del anime de Death Stranding. Y allí estaba Del Toro, a su lado, acompañándolo no como un simple colaborador, sino como un hermano de camino. La escena (compartida en redes sociales de Kojima), un abrazo entre dos visionarios que se admiran sin reservas, refleja lo que en realidad son: dos artistas que han encontrado en el otro un espejo creativo.
Los orígenes de un respeto mutuo
Mucho antes de conocerse en persona, ya existía un vínculo invisible entre ambos. Del Toro había expresado en múltiples ocasiones su fascinación por la obra de Kojima, especialmente por la saga Metal Gear Solid, que consideraba una de las narrativas más sofisticadas jamás creadas en un videojuego. Para un cineasta obsesionado con la forma en que las historias dan vida a los mundos, el trabajo del japonés era un referente.
Por su parte, Kojima es un cinéfilo declarado. Sus redes sociales son un homenaje constante al séptimo arte, y entre sus cineastas de cabecera siempre ha figurado Del Toro. Su habilidad para dar a los monstruos un corazón, para equilibrar lo grotesco con lo poético, encajaba con la visión de Kojima sobre los videojuegos: relatos que deben ser tanto experiencias sensoriales como exploraciones emocionales. Ese respeto mutuo fue la semilla de una amistad que florecería en uno de los momentos más convulsos de la industria.
El sueño roto de Silent Hills
El punto de inflexión llegó en 2014, cuando el mundo entero se sorprendió con la aparición de PT (Playable Teaser) en la Gamescom. Lo que en principio parecía una demo anónima resultó ser una pieza maestra del terror interactivo que escondía un secreto monumental: era el adelanto de Silent Hills, un proyecto dirigido por Hideo Kojima con la participación de Guillermo del Toro.
El fenómeno fue inmediato: millones de jugadores quedaron atrapados en esa casa infinita, en pasillos que se repetían y horrores que desafiaban la lógica. Era un terror psicológico refinado, cercano a lo que Del Toro había logrado en películas como El espinazo del diablo. La posibilidad de que dos mentes tan visionarias unieran fuerzas para revitalizar la saga Silent Hill parecía un sueño hecho realidad.
Pero la historia dio un giro inesperado. La ruptura de Kojima con Konami significó la cancelación abrupta del proyecto, dejando a los fans con un vacío enorme y con la certeza de haber perdido uno de los juegos más prometedores de la década. Aunque Silent Hills nunca llegó a existir, P.T. se convirtió en una obra de culto, un recordatorio del poder narrativo y atmosférico que Kojima y Del Toro podían alcanzar juntos. Y, paradójicamente, el fracaso del proyecto cimentó aún más la amistad entre ambos.
La lealtad en los momentos difíciles: un puente entre cine y videojuegos
En medio de la tormenta, Del Toro no dudó en mostrar su apoyo. Sus críticas a Konami fueron públicas, y su lealtad hacia Kojima, incuestionable. Esa solidaridad encontró eco en el siguiente gran paso del japonés: la fundación de Kojima Productions como estudio independiente.
Kojima también siempre estuvo ahí en los momentos más importantes del cineaste mexicano. Lo felicito cuando ganó sus premios Óscar, y lo ha visitado en su famosa mansión para simplemente charlar y compartir momentos con quien considera uno de sus grandes referentes en el mundo del cine.
Cuando llegó Death Stranding en 2019, el debut del nuevo estudio, Del Toro estuvo allí. No como director o guionista, sino como presencia simbólica dentro del juego. Su rostro dio vida al personaje de Deadman, un científico con un papel crucial en la historia. Aunque su voz fue interpretada por otro actor, el hecho de que Del Toro prestara su imagen era ya una declaración de amistad.
Lo que hace única la relación entre Kojima y Del Toro no es solo la colaboración profesional, sino la hermandad creativa que ambos han cultivado. Comparten una fascinación por los monstruos, por lo extraño, por lo que se esconde en los márgenes de la normalidad. Para ellos, las historias son herramientas para explorar los miedos colectivos y las conexiones humanas más profundas.
En el cine de Del Toro y en los videojuegos de Kojima hay un denominador común: el deseo de romper moldes. Ninguno de los dos se conforma con lo establecido. Ambos entienden que sus medios pueden ser mucho más que entretenimiento: pueden ser arte, reflexión y experiencia emocional.
El hecho de que hoy celebren juntos nuevos anuncios (desde un juego para PS5 hasta un anime y un título exclusivo de Xbox) no es casualidad. Es la prueba de que su hermandad sigue creciendo, desafiando las barreras entre industrias y demostrando que el cine y los videojuegos pueden dialogar en igualdad de condiciones.
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La noticia
Hideo Kojima y Guillermo del Toro se volvieron a encontrar: la historia de una amistad que va más allá del cine y los videojuegos
fue publicada originalmente en
3DJuegos LATAM
por
Ayax Bellido
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