El Ártico ya no es solo ese vasto desierto de hielo en el fin del mundo, sino que se ha convertido en un punto estratégico para muchos países que no se quiere desaprovechar. Y Europa no quiere dejarlo escapar, optando ahora por migrar el lanzamiento de parte de sus cohetes desde Sudamérica hasta esta nueva ubicación, algo que cuenta con una gran estrategia geopolítica detrás.
Un acuerdo. La Agencia Espacial Europea (ESA) y Noruega firmaron de manera reciente un acuerdo para impulsar la creación de un nuevo centro de investigación en el norte de nuestro planeta: el ESA Arctic Space Centre en Tromsø.
Pero no es un centro de investigación más, sino que es la respuesta de Europa para asegurar su autonomía en observación, navegación y comunicaciones en una región donde ya Rusia y China están desplegando su propia infraestructura.
La ubicación. Elegir Tromsø como la ciudad donde ubicar esta nueva zona de lanzamientos no es algo elegido al azar. Si nos vamos a un mapa, la podemos localizar muy por encima del círculo polar ártico, siendo ya una ciudad que se ha convertido en un ecosistema vibrante de datos satelitales.
Si echamos la vista atrás, Tromsø ya alberga el control de la misión Artic Weather Satellite, un satélite lanzado en 2024 que trataba de demostrar cómo una constelación polar puede salvar vidas mediante pronósticos meteorológicos muy precisos. Pero además, cuenta con una gran cantidad de instituciones que lo convierte en un auténtico Silicon Valley del frío al albergar la Secretaría del Consejo Ártico o el Instituto Polar Noruego.
Una mayor cantidad de datos. El acuerdo firmado entre la ESA y la agencia noruega NOSA establece un grupo de trabajo que definirá los detalles antes de finales de 2026. Este centro se define como una oportunidad para poder monitorizar el deshielo del Ártico, que se calienta cuatro veces más rápido que la media global, lo que nos da datos de lo que ocurrirá en el resto del planeta.
También conlleva una importante razón de seguridad nacional, puesto que a día de hoy el tráfico marítimo en el Paso del Noreste no para de aumentar, y esto hace que contar con señales de Galileo permite hacer un mejor control de todo lo que ocurre aquí. Es por ello que, más que ciencia, estamos ante un centro crítico para la seguridad civil, la búsqueda y el rescate.
El cambio de ubicación. Hasta ahora, nuestra puerta al espacio era la Guayana Francesa por una razón de física básica: su cercanía al ecuador permite aprovechar el “impulso” de rotación de la Tierra para lanzar satélites pesados. Sin embargo, el centro de Tromsø y los nuevos puertos nórdicos responden a una necesidad distinta: la órbita polar. Es por ello que mientras que desde Sudamérica es ideal lanzar satélites de televisión que se quedan “fijos” sobre el ecuador, el Ártico es el balcón perfecto para los satélites que deben vigilar el deshielo o las fronteras.
Al lanzar desde el Polo, el satélite entra directamente en una ruta de Norte a Sur que le permite escanear cada rincón del planeta mientras la Tierra gira debajo. Además, al estar en el eje de rotación, los cohetes no tienen que «luchar» contra el giro lateral de la Tierra, lo que hace las misiones de observación mucho más eficientes y baratas.
La geopolítica. Más allá de la ciencia, en este caso hay una lectura de soberanía del territorio, puesto que mientras China invierte en la «Ruta de la Seda Polar» y Rusia aumenta su infraestructura en Siberia, Europa necesita ojos propios en el norte. De esta manera, mientras que desde Sudamérica es ideal lanzar satélites de televisión que se quedan «fijos» sobre el ecuador, el Ártico es el balcón perfecto para los satélites que deben vigilar el deshielo o las fronteras.
De esta manera, el eje Tromsø–Svalbard, sumado a los nuevos puertos espaciales de Andøya (Noruega) y Kiruna (Suecia), consolida al norte de Europa como la principal puerta de acceso al espacio del continente. Esta decisión reduce la dependencia de infraestructuras externas como ocurría en Sudamérica y obviamente garantiza que todos los datos se queden en territorio europeo.
Qué sigue ahora. Noruega, miembro de la ESA desde 1987, aporta su red de estaciones polares y su experiencia única en operaciones de órbita polar que son cruciales sin duda en la situación actual. A partir de ahora, el grupo de trabajo que se ha formado tiene dos años para diseñar la gobernanza y el calendario de un centro que promete ser «la torre de control» del futuro europeo en el Ártico.
Imágenes | riya rohewal
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La noticia
La Agencia Espacial Europea siempre ha lanzado cohetes desde Sudamérica. Noruega está muy cerca de cambiar eso
fue publicada originalmente en
Xataka
por
José A. Lizana
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