La respuesta de la administración China a la presión arancelaria a la que quería someterle Estados Unidos a principios de abril fue inmediata: restricciones significativas a la exportación de tierras raras. Una medida que se acabó relajando esta semana, con la concesión de licencias de exportación durante seis meses. Una tregua a la que Estados Unidos accedía rebajando otro de los elementos claves en esta guerra comercial: la admisión de estudiantes chinos en las universidades americanas.
Estas son una de las piezas más importantes del tablero geopolítico: son elementos químicos escasos, difíciles de extraer y refinar, y un recurso clave para la industria tecnológica, automotriz y energética, entre otras muchas. China está controlando el acceso a estos elementos para defender sus intereses, pero la clave no está solo en aislar a sus rivales de este preciado material: está en la incapacidad fuera de China para aprovecharlos.
China es la pieza fundamental en su procesado. China controla en un 70% la producción de tierras raras y en un 90% el procesado de las mismas. En el caso de las tierras raras pesadas, un subgrupo de las mismas aún más escaso, su participación en el refinado es del 99%.
Según el diario The New York Times, China cuenta con hasta 39 programas universitarios para que sus estudiantes puedan formarse y desarrollar su carrera en la industria química especializándose en este campo. Es tan solo una muestra de la importancia que tiene para el país liderado por Xi Jinping seguir controlando este arma geopolítica.
Este gráfico es la mejor prueba visual del dominio de China en tierras raras.
El peaje de acceso. Aunque actualmente se está poniendo el foco en cómo están afectando las restricciones de exportación de tierras raras a la cadena de suministro, hay una clave que ha pasado inadvertida: el verdadero problema no es el acceso, es la dificultad de trabajarlas incluso en el caso de obtenerlas.
Cuando el Ministerio de Comercio de China y la Administración General de Aduanas impusieron controles de acceso a la exportación de tierras raras medias y pesadas, la cadena de suministro se tambaleó. A partir de su entrada en vigor, todos los exportadores estaban obligados a obtener licencias específicas para cada envío, incluso si se trata de productos en los que ya han sido refinadas, como los imanes.
Por qué toca al resto. Estas licencias son un proceso burocrático complejo, lento y estudiado caso a caso. Aunque el objetivo político primario sea Estados Unidos, las empresas europeas que necesitan tierras pesadas (o materiales fabricados con las mismas, como los imanes), están viendo interrupciones en el suministro.
Suzuki ya ha detenido la producción del Swift en Japón debido a la escasez de piezas, Musk está teniendo problemas para construir sus robots y, en Europa, el secretario general de CLEPA (Asociación Europea de Proveedores de Automoción) hacía un llamado urgente: la producción está entrando en fase de parálisis.
«Con una cadena de suministro global profundamente interconectada, las restricciones a la exportación de China ya están paralizando la producción en el sector proveedor europeo.»
El imán como tesoro geopolítico. William Huo, ex-Intel y una de las figuras más destacadas en el análisis crítico de la política industrial occidental, lo resume de la mejor forma posible: Occidente lleva años centrándose en optimizar hojas de cálculo en lugar de fábricas, y ahora no es capaz de fabricar un solo imán.
La industria depende del refinado chino de tierras raras para fabricar imanes de alto rendimiento. Sin ellos, no hay competitividad en coches eléctricos, defensa, nuclear o tecnología de consumo.
El resto no está preparado para refinar tierras raras. «Oriente Medio tiene petróleo. China tiene tierras raras». Son palabras de Den Xiaoping en 1992, quien fuera el máximo líder de la República Popular de China. El país lleva décadas adquiriendo el conocimiento necesario para extraer y refinar estos materiales, mientras el resto del mundo disfrutaba de una cómoda (y económica) dependencia.
Occidente ha tratado de autoabastecerse con al menos el 10% de las tierras raras restantes. Países como Noruega y Suecia están encontrando nuevos yacimientos, y han confirmado la intención de explotarlos no más allá de 2030. Nada de esto es suficiente. El refinado es el principal cuello de botella para el uso de tierras raras en industria, un proceso costoso, sensible y con una gestión de residuos compleja.
En Xataka | China ha construido la palanca de poder económico más elegante de la historia moderna: las tierras raras
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La noticia
La clave del éxito de China con las tierras raras no son las tierras raras: es el imán
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Xataka
por
Ricardo Aguilar
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