A 900 metros sobre el nivel del mar, la Montaña Verde es en realidad un fértil altiplano de bosques frondosos al norte de Libia. Es, con diferencia, el lugar más húmedo del país: una de las joyas de la biodiversidad del norte de África.
Una que una ‘fatua’ religiosa está a punto de cargarse.
¿Una ‘fatua’? No sólo eso: una ‘fatua’ (es decir, un dictamen legal islámico emitido por un jurista cualificado) cuyo contenido está dedicado casi íntegramente a los cuervos. Lo contaban en El País, Ahmad al Dalansi, de la Autoridad de Inversiones del Gobierno de Salvación Nacional, lo dejaba claro «no hay ninguna objeción religiosa para matarlos». Desde su punto de vista, «la tradición profética que los clasifica como dañinos (fawasiq) y dicta que, por tanto, pueden eliminarse «igual que las ratas y las serpientes».
¿Pero por qué alguien querría matar a lo cuervos? Es decir, una cosa es que no esté prohibido matarlos y otra muy distinta que la gente esté deseando a hacerlo. No obstante, el asunto es más complicado de lo parece: porque la verdad es que los cuervos están volviéndose un auténtico problema.
¿Qué hace un cuervo como tú en un lugar como este? Empecemos por el principio: los cuervos (Corvus ruficollis) no son nuevos en la zona de la Montaña Verde. No obstante, en los últimos años la población de córvidos no ha dejado de crecer y eso parece estar generando problemas en otras poblaciones animales. Especialmente, en las tortugas terrestres y en un tipo autóctono de águila culebrera.
Esto, aunque no lo parezca, es parte del problema. Porque, a diferencia de otros animales, los cuervos no atacan los cultivos. Sin embargo, se trata de «criaturas muy inteligentes, que no temen a los humanos y son capaces de adaptarse a diversos entornos». El crecimiento de su población, al modo de una partida de ajedrez, es lo que está empujando a un desequilibrio ecológico que dispara (a su vez) a los roedores y las serpientes.
De ahí la consulta y la fatua. Tiene lógica, ¿no? Si los cuervos son un problema la cuestión más directa es si se puede acabar con ellos. Y el edicto de Al Dalansi sostiene que sacrificarlos no solo es islámicamente aceptable, sino que «prevenir los daños es una prioridad más importante» que mantenerlos las poblaciones actuales.
El problema es que, al verlo, la Autoridad Libia de Patrimonio y Vida Silvestre salió a denunciar que una erradicación de este tipo sería desastrosa. No solo porque los cuervos también tienen un papel muy importante en la regulación del ecosistema; sino, sobre todo, porque el problema no son los cuervos.
¿Cuál es el problema? El problema es la basura. En los últimos años, según explica el periodista AMR Fathallah, «la población del cuervo […] se ha multiplicado de forma espectacular en Shahat, [por] la mala gestión de los residuos». Shahat está en pleno corazón de la montaña.
La falta de planificación urbanística ha hecho que la vivienda se descontrole y eso ha hecho que «proliferen los vertederos secundarios en los bosques, valles e incluso carreteras de Shahat». Y ahí los cuervos se sienten como en casa.
Y, claro, matar a los cuervos no acabará con el problema. El mismo Fathallah explica que la última vez que se intentó eliminar a la población de cuervos, le siguió una plaga de garrapatas de las que hace historia. Recuerda a la matanza masiva de gorriones chinos que provocó una hambruna que mató a millones de personas.
La ecología es demasiado compleja para solucionarla con fatuas (o teorías pseudocientíficas).
El asunto central de todo esto es que no son casos aislados. A medida que el cambio climático acelera, las respuestas «mágicas» se hacen cada vez más populares. El problema, como vemos, es que eso tiene consecuencias.
Imagen | Sasha Matic | Aldin Nasrun
En Magnet | Hace 400 años las mujeres chinas se inventaron un idioma para hablar sólo entre ellas. Hoy está resurgiendo
–
La noticia
Libia ha decidido que todo el peso de la ley islámica debe caer sobre un cosa en concreto: los cuervos
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
.