Llevaba un año sin usar mi Pixel 6 y lo actualicé tras encenderlo. Descubrí por qué no siempre es bueno actualizar

Llevaba un año sin usar mi Pixel 6 y lo actualicé tras encenderlo. Descubrí por qué no siempre es bueno actualizar

Tenía un Google Pixel 6 en el cajón con más de un año sin usar y lo encendí para recuperarlo. Con una actualización a Android 16 que saltó al poco de encenderlo, el teléfono se volvió más lento tras actualizarlo. Es la demostración de que no siempre conviene actualizar los dispositivos más antiguos: a veces el software más nuevo no funciona correctamente en un hardware antiguo.

Mi Pixel de hace cuatro años actualizado a Android 16. Compré el teléfono cuando salió en Francia y lo he conservado desde octubre de 2021. Fue mi móvil personal y después lo heredó mi hijo. Cuando cambió de teléfono el Pixel 6 quedó en un cajón, con Android 14. Y al encenderlo fue recibiendo actualizaciones hasta que llegó a la estable de Android 16. Parecía que todo iba bien hasta que me puse a usar el teléfono.

Funciona bien, pero algo lento. El Pixel 6 me fue muy fluido en los inicios, con las sucesivas versiones perdió algo de velocidad. Al actualizarlo a lo último noté algo más de parsimonia en las animaciones y ciertos saltos en los desplazamientos, antes no pasaba.

La estabilidad sigue bien, no sufro cierres ni bloqueos. Y las aplicaciones arrancan con algo de lentitud, pero después se ejecutan correctamente. Incluso los juegos con cierta demanda gráfica.

Si el software envejece, el hardware más. Actualmente, Google ofrece siete años de actualizaciones Android a sus móviles, pero el pixel 6 no entró en esa campaña: Android 17 debería ser lo último que vea.

Tras mi experiencia, tengo dudas sobre si teléfonos como el Google Pixel 9 aguantarán con Android 22 o si Google tendrá que recortar el sistema para adaptarlo. Al fin y al cabo, es lo que hace Apple con sus iPhone: el «batterygate» es una buena muestra. Porque el sistema crece con cada actualización, gana peso, aprovecha la potencia de los chips más recientes. Y los procesadores maduros se enfrentan a una mayor complejidad del software; lo que termina repercutiendo en lentitud, mayor gasto de batería y calentamiento.

¿Y la seguridad? Tener actualizado un dispositivo no solo es cuestión de probar novedades, también lo hacemos más seguro. Con Android 16 me llegó el parche de seguridad de junio de 2025, por ejemplo. De haberme quedado con la versión anterior mi Pixel tendría un mayor riesgo a ataques de seguridad, ya que su último parche era de 2024.

La respuesta está en el equilibrio. Ni dejarlo sin actualizar ni pulsar sobre la descarga de la última versión: por mi experiencia, lo mejor es hacer una valoración del dispositivo y si vale la pena tenerlo actualizado. Como ocurre con las televisiones, el software reciente puede lastrar a los modelos más antiguos.

¿Que necesito el móvil para mi día a día y lo ando conectando a todo tipo de redes? Me conviene que esté lo más actualizado posible, aunque solo sea por la seguridad. ¿Que no lo voy a usar tan a menudo? Creo que lo mejor es dejarlo en la versión de Android con la que funciona rápido, estable y fluido. Y que aguante lo que pueda.

Ahora a por Android Canary. De perdidos al río, ahora voy a instalar en el Google Pixel 6 lo más experimental de Google: Android Canary. Veremos cómo le sienta el software más reciente, creo que el teléfono es un buen conejillo de Indias. Y si no va tan rápido como debería tampoco será un problema: con experimentar las novedades será suficiente. Espero que le vaya llegando.

Imagen de portada | Iván Linares

En Xataka Android | Mi Google Pixel no es solo un teléfono, también es un ordenador portátil. Está oculto en Android 16


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Iván Linares

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