No sé desde cuándo tengo YouTube Premium, pero la primera pista en mi correo es un aviso de cancelación de septiembre de 2018. Spoiler: a los dos meses volví a darme de alta.
Hay algo incómodo para mucha gente en admitir que pagas por YouTube Premium. Es como confesar que has claudicado ante un chantaje sofisticado. Pero aquí estoy. Sigo pagando, y no me arrepiento.
Di el paso después de una epifanía molesta: estaba viendo un vídeo largo y me interrumpieron por quinta vez con un anuncio. No era solo la molestia, sino la sensación de estar siendo manipulado por un algoritmo que había calculado exactamente cuánto podía torturarme antes de que abandonara la plataforma. Google sabe que YouTube es un monopolio de facto y actúa como tal.
YouTube Premium cambió cómo consumo contenido. Sin interrupciones, puedo seguir documentales largos sin perder el hilo. La plataforma volvió a ser una biblioteca de conocimiento, no una secuencia de cortes publicitarios. Los creadores que sigo cobran más con mi suscripción que con anuncios. Y de regalo viene YouTube Music, matando dos pájaros de un tiro: perfecto para solventar lo del Garmin, ajeno a Apple Music.
El modelo es perverso pero efectivo: degradar la experiencia gratuita hasta hacerla molesta y luego vender la solución. Funciona porque YouTube ha entrenado a toda una generación para tolerar interrupciones constantes. Hemos normalizado que nos corten el pensamiento cada tres minutos.
Pero aquí viene lo más insidioso: Premium es una droga de entrada a una internet sin interrupciones. Una vez que pruebas esa experiencia, volver atrás se vuelve imposible. Google lo sabe. Te han enganchado no solo a su contenido, sino a su versión de la comodidad digital.
Ese tiempo acumulado y las interrupciones constantes valen más que lo que cuesta la suscripción. Cada anuncio evitado es tiempo que dedico a algo que realmente me interesa. Autodefensa pura en una economía que monetiza nuestra atención.
Llevo años pagando y seguiré haciéndolo. No porque el sistema me parezca justo, sino porque he decidido que mi tranquilidad mental vale más que mi resistencia. En la era de los monopolios digitales, esto es lo más parecido a elegir libremente que vamos a conseguir.
En Xataka | Arc, pido perdón por lo que dije de ti, eres el mejor navegador del mundo
Imagen destacada | Omar Al-Ghosson
–
La noticia
Llevo años pagando YouTube Premium y no me arrepiento. El problema es que volver atrás es imposible
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Lacort
.