
El 2025 se ha consolidado como un año decisivo para la industria de los videojuegos, particularmente en lo el género de los shooters. Entre grandes lanzamientos AAA, regresos esperados y una escena independiente más ambiciosa que nunca, parecía difícil que un solo juego lograra destacar sin el respaldo de una franquicia histórica. Y, sin embargo, ocurrió. No fue el regreso de Battlefield o la más reciente iteración de Call of Duty, ni siquiera el nuevo juego de Borderlands lo que terminó capturando la conversación entre los gamers, sino un juego que llegó sin tanto ruido previo y se abrió paso a base de riesgo, diseño inteligente y una identidad sorprendentemente clara: Arc Raiders.
Confieso algo desde el inicio: nunca he sido un entusiasta de los shooters de extracción. La idea de invertir tiempo, conseguir equipo valioso y perderlo todo en cuestión de segundos no suele ser una propuesta tentadora para mí. Pero después de más de 30 horas con Arc Raiders, algo cambió. No solo seguí regresando al juego, sino que empecé a entender por qué esta experiencia logra seducir incluso a quienes normalmente se alejan de este tipo de juegos. Entonces, la pregunta es inevitable: ¿qué hace diferente a Arc Raiders?
De la cooperación al conflicto: una identidad que se redefinió a tiempo
El desarrollo de Arc Raiders no siguió una línea recta. Originalmente concebido como una experiencia puramente «Jugador contra Entorno», Embark Studios tomó una decisión clave al reimaginar su propuesta e incorporar un fuerte componente jugador contra jugador. El propio estudio llegó a calificar su versión inicial como “aburrida”, y aunque después de jugar resulta evidente que esa visión cooperativa pudo haber tenido valor, el giro fue, en retrospectiva, acertado.
El resultado final nunca se siente como un simple simulador ni como un ejercicio de puntería sin alma: en todo momento la experiencia mantiene una tensión orgánica que evita caer en la rigidez competitiva extrema. No se trata de ganar por reflejos y precisión, sino de sobrevivir, leer el entorno y reaccionar ante lo inesperado. Es decir, es un shooter en el que no debes disparar, o no al menos en todas las situaciones.
Ese entorno tiene nombre: Speranza. Un lugar hostil, subterráneo y desolado, donde los planes rara vez sobreviven al primer contacto y la suerte se convierte en una creencia compartida. Desde este refugio bajo la Tierra en ruinas, los jugadores ascienden a la superficie en incursiones que combinan exploración, saqueo, combate y decisiones difíciles. Arc Raiders es un shooter de extracción de mundo abierto, comparable en estructura a títulos como Escape from Tarkov, pero con un enfoque mucho más accesible y dinámico.
El ritmo lo cambia todo: la acción es constante, los enfrentamientos con la IA son impredecibles y el diseño favorece situaciones caóticas que desembocan en historias memorables. No es un juego que castigue por castigar; es punitivo para enseñarte a respetar el mundo que habitas.
Máquinas, humanos y decisiones desesperadas
Tras desplegarte desde Speranza hacia la superficie, el objetivo es claro: recolectar botín, chatarra y equipo valioso, mientras enfrentas a las temidas máquinas ARC. Sobre el papel suena sencillo, pero en la práctica rara vez lo es. La variedad de enemigos controlados por la IA, sumada a su comportamiento complejo y la densidad de su presencia en el mapa, convierten cada combate en una prueba de criterio más que de fuerza bruta.
La niebla volumétrica, la iluminación dinámica y el diseño de zonas abiertas con múltiples amenazas hacen que enfrentarse a los ARC en solitario sea, en muchos casos, una misión cercana al suicidio. El equilibrio está bien medido: con el armamento adecuado y una lectura inteligente del terreno, los encuentros son manejables, pero la arrogancia se paga caro.
Y a todo esto se suma la variable humana. En cualquier momento, otro Raider puede cruzarse en tu camino. A veces será un aliado circunstancial; otras, una amenaza silenciosa. Para enfrentar ambos entes (máquinas y jugadores) necesitas más que buenas armas: escudos, dispositivos, objetos tácticos y, sobre todo, criterio.
Aquí es donde Arc Raiders se separa del molde tradicional. En lugar de clases rígidas, el juego propone equipamientos flexibles, enfocados en el sigilo, la movilidad y la coordinación. No hay roles estrictos, sino estilos que se adaptan. Como ya mencionamos, incluso el simple acto de no disparar puede ser una estrategia válida.
Uno de los elementos más distintivos de Arc Raiders es su sistema de chat de voz por proximidad. Lejos de ser un simple añadido, se convierte en una mecánica central que redefine la interacción social dentro del juego. Escuchar voces humanas en medio del desastre añade una capa de tensión, negociación y, en ocasiones, traición.
Este sistema permite formar alianzas improvisadas contra amenazas mayores, como bestias colosales o jefes como Bastión o la Reina ARC. La posibilidad de unir fuerzas con desconocidos convierte ciertos enfrentamientos en auténticas escenas de guerra cooperativa contra la IA. También puedes optar por apagarlo por completo, una decisión que muchos agradecerán.
El mérito está en el balance. El chat es inmersivo sin ser invasivo, social sin forzarte a interactuar. Puede convertirse en diplomacia improvisada o en una sentencia anunciada. Aquí mencionar que hay dos modos de juego: el del llanero solitario que va a la aventura por su cuenta, o en escuadrón, compuesto por tres jugadores. Este último te permite enfrentar enemigos y saquear con mayor eficiencia, aunque sabemos que trabajar en equipo no siempre es fácil.
Y cuando las cosas salen mal, porque inevitablemente salen mal, es cuando Arc Raiders muestra su verdadero rostro. Máquinas más astutas de lo esperado, ataques mal calculados, huidas desesperadas hacia un ascensor de extracción mientras las alarmas y los disparos se mezclan. A veces sobrevives, otras tantas perderas todo en el camino.
Saqueo, creación y progreso: una economía con sentido
Tras su lanzamiento, Arc Raiders ofrece cinco mapas distintos, diseñados para fomentar estilos de juego variados y decisiones tácticas constantes. Más que simples escenarios; son espacios dinámicos, llenos de peligros ambientales y condiciones que modifican el riesgo y la recompensa.
Cada incursión tiene un temporizador. Cuando se agota, el mapa es destruido de forma espectacular por una bomba nuclear que elimina a todo aquel que no haya logrado extraer. Esta secuencia no solo es coherente con la narrativa del mundo, sino que se siente como una de las cinemáticas más poéticas dentro de un juego de servicio en vivo.
La muerte, aunque dura, no es definitiva. El progreso del jugador persiste incluso cuando el botín se pierde, lo que reduce la frustración. Siempre duele, pero nunca invalida tu tiempo invertido. La progresión en Arc Raiders se divide claramente en dos ejes: el botín y el crecimiento del jugador. Extraer materiales permite fabricar armas, mejorar herramientas, completar misiones y desbloquear bancos de trabajo especializados en la base. El sistema es ágil y satisfactorio.
El botín nunca se vuelve una tarea mecánica. Cada edificio tiene algo que ofrecer, pero detenerse demasiado es peligroso. Por eso, jugar en equipo se siente caótico y vivo. Y si prefieres algo de calma, siempre está Chatarrin, el gallo de la base que genera materiales con el tiempo. Es absurdo, sí, pero funciona.
Las armas tienen carácter y no parecen salidas de una línea de ensamblaje moderna, sino construidas a partir de restos de otras épocas, con estética de ciencia ficción improvisada. Encontrar una en medio de una partida sigue siendo emocionante, precisamente porque no ocurre a cada rato.
Pero más allá del equipo, el jugador también progresa mediante experiencia y puntos de habilidad. El árbol de habilidades permite definir qué tipo de Raider quieres ser, con opciones que favorecen la movilidad, la supervivencia o el combate.
Paisajes majestuosos y rendimiento estable
Los escenarios de Arc Raiders son uno de sus pilares más sólidos y, quizá, uno de los elementos que mejor comunican la identidad del juego sin necesidad de palabras. Embark ha definido su apartado visual bajo el concepto de western futurista, una etiqueta que podría parecer contradictoria hasta que se recorre el mundo del juego.
La acción se sitúa en un mundo postapocalíptica, bañado por un sol implacable, donde la naturaleza ha reclamado lo que queda de la civilización y los ARCs patrullan como herederos involuntarios de un mundo extinto. Hay vegetación creciendo entre escombros, polvo suspendido en el aire y una sensación constante de lejanía, como si cada mapa fuera la última frontera de algo que ya no existe.
Lo más interesante es cómo Arc Raiders convierte esa desolación en algo visualmente atractivo y profundamente inmersivo. Las ruinas de arquitectura brutalista, enormes y decadentes, conviven con centros de datos abandonados, llenos de monitores CRT y servidores obsoletos que narran, en silencio, una transición tecnológica abrupta. A esto se suman estructuras pensadas para viajes espaciales, recordatorios de una humanidad que apuntaba a las estrellas mientras descuidaba la tierra que pisaba.
Todo está cuidadosamente iluminado, tanto en interiores como en exteriores, con una mezcla de luz dura y sombras largas que refuerzan la sensación de peligro permanente. El mundo de Arc Raiders es mortal, pero también es extrañamente bello: un museo a cielo abierto del futuro que nunca fue, donde cada incursión se siente como caminar entre los restos de una epopeya fallida.
Por último, en términos de rendimiento, Arc Raiders es notable. Funciona de manera estable y la fluidez es constante. Los servidores dedicados garantizan partidas ágiles con mínima latencia. En nuestra experiencia en PlayStation 5, no tuvimos problemas de caidas o desconexiones, y no hubo ninguna partida que se viera afectada por problemas de conexión
¿Vale la pena?
Arc Raiders es caótico, feroz y extrañamente acogedor. Castiga, pero nunca deje de ser entretenido y al mismo tiempo desafiante. Cada incursión se siente como una historia propia, llena de decisiones impulsivas, errores y pequeños momentos de triunfo.
Si mantiene ese ritmo y esa honestidad, Arc Raiders no solo sobrevivirá: podría definirse como uno de los shooters más importantes de esta década. Ya lo es, al menos, uno de los más divertidos y adictivos que hemos jugado en años. Y en un género donde perder suele sentirse como tiempo desperdiciado, lograr que una derrota también valga la pena es, quizá, su mayor victoria. Además, con un precio que ronda los 40 dólares, podemos decir que este juego vale totalmente la pena.
–
La noticia
Lo ignoraron en los GOTY, pero es uno de los mejores juegos de 2025. Llevo 30 horas con Arc Riders y no puedo dejar de jugar
fue publicada originalmente en
3DJuegos LATAM
por
Ayax Bellido
.
