Mientras debatimos acaloradamente si Spotify tiene motivos para preocuparse ante la explosión de IA de Suno (cuya generación sintética ya es en muchos casos indistinguible de la creación humana) yo llevo años fascinado con la otra cara de la moneda. No la IA que crea música de la nada, sino la que es capaz de deconstruirla con gran precisión.
Me refiero a Demucs, una tecnología de separación de fuentes de audio lanzada originalmente por investigadores de Meta (Facebook). La comunidad open source ha hecho su magia y ahora lo utilizo cómodamente en mi Mac gracias a Demucs-GUI.
Lo que me fascina no es solo el «qué», sino el «cómo». Hace algún tiempo mirábamos sin creerlo cómo Peter Jackson utilizaba su tecnología propietariaMAL para limpiar el audio de los Beatles en ‘Get Back’ y ‘Let It Be’.
Hoy, esa misma capacidad de separar instrumentos está al alcance de cualquiera. Eso sí, hay que rebajar expectativas. Ninguna herramienta al alcance del público tiene la calidad que resultados que da la herramienta de Jackson. Y es que a día de hoy se ha usado no solo en proyectos de vídeo, sino en remasterizaciones de gran calidad de la obra de los Beatles, así como en «nuevas» canciones como en Now and Then.

Demucs te permite elegir qué pistas quieres separar. Normalmente me decanto por separar música y voces.
Y lo mejor: todo se ejecuta en local. Estoy ejecutando Demucs en un Mac con chip M1 y 16 GB de RAM. No necesito grandes de servidores, una GPU gigante ni una suscripción mensual. Los resultados, siendo mejorables en algunos apartados me brujería tecnológica teniendo en cuenta de dónde venimos. No es de extrañar que grandes DAWs (herramientas de edición profesional de audio como ProTools o Cubase) estén integrando motores similares nativamente (e incluso el mismo Demucs), pero tenerlo como herramienta independiente es una delicia para el usuario medio. Una que también ayuda a hacer tu propio montaje en más software open source, como el gran Audacity.
Tras disfrutar mucho de deconstrucciones en YouTube (hay muchísimo contenido en este sentido, basta con buscar la música que te gusta y «Isolated tracks«), mi primer acercamiento fueron las sesiones de karaoke familiar. Poder coger cualquier canción de mi biblioteca, arrastrarla a la ventana de la aplicación y obtener una pista instrumental casi perfecta en segundos cambió los viejos sonidos MIDI que siempre daban sensación de «politono» de mediados de la primera década de los 2000.
Además de la parte lúdica, hay un punto de profundización en la música. He pasado por Demucs discos sagrados para mí como el ‘OK Computer’ de Radiohead, ‘The Dark Side of the Moon‘ de Pink Floyd e incluso recientemente el maximalismo (según contaba ella comparando el disco con ‘Motomami’) de ‘Lux’ de Rosalía.
Aislando las pistas en bajo, percusión, voces, etc, he podido descubrir arreglos de sintetizador que estaban enterrados en la mezcla, entender cómo interactúa el bajo con la batería sin la distracción de la voz principal (gustándome DTMF de Bad Bunny, creo que el disco a menudo tiene más calidad sin la parte vocal).
Es como tener los planos de un edificio que has admirado toda la vida, ya no solo escuchas la fachada, ves los cimientos. La IA en la música no tiene por qué ser solo generativa y polémica. A veces, simplemente nos sirve para enamorarnos de nuevo de las canciones que ya creíamos conocer de memoria. Y todo esto me hace pensar en un momento en que las herramientas de streaming nos puedan ofrecer mucho más que la pista de estudio: también la canción deconstruida en capas y tomas no incluidas (como cuando Apple incluía el proyecto completo de ‘Ocean Eyes’ de Billie Eilish en Logic Pro).
Imagen | Maxwell Hunt y BRUNO CERVERA en Unsplash
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La noticia
Mientras la IA musical crece como problemón para Spotify, yo la uso para tener gratis un karaoke que no pensé que fuera posible
fue publicada originalmente en
Genbeta
por
Antonio Sabán
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