El flamante iPhone Air y su compatibilidad únicamente con eSIM es lo más cerca que hemos estado nunca de un iPhone sin puertos. Con permiso de los modelos de Estados Unidos, claro, dado que allí se llevan vendiendo con esta limitación desde la generación de iPhone 14. El ‘Air’ es el primero a nivel mundial.
Vale que la ranura de la SIM no es un puerto como tal, pero juega un papel crucial en aquello de tener un iPhone completamente sellado, útil no solo para ese presunto objetivo del iPhone sin puertos, si no también para aportar una mayor resistencia al agua. Sin embargo, a la vista del iPhone Air y las carencias tecnológicas actuales, parece que quizás no sea tan buena idea como parece sobre el papel.
La eSIM deja una evidente división de opiniones
Cuando Apple retiró la compatibilidad con tarjetas SIM físicas en Estados Unidos hace ahora tres años, a muchos nos parecía un tema bastante lejano. Ahora que se extiende internacionalmente con el iPhone Air y se deja en evidencia que en un futuro no tan lejano sucederá con todos los iPhone, ha sido cuando realmente hemos empezado a tomar consciencia.
Llevar una eSIM en el iPhone es, a efectos prácticos, igual que llevar una tarjeta SIM física. Misma cobertura de voz y de datos y, encima, se evitan problemas como que la tarjeta se deteriore con el tiempo y cause problemas. Sin embargo, sus inconvenientes pesan mucho en algunos casos. Más allá de que algunas compañías pequeñas no dispongan de ella, el proceso de solicitud puede no solo tener coste adicional, sino requerir acudir a una tienda o esperar a que nos llegue un QR para activarla (en algunas se puede hacer desde los ajustes de iOS).
Transferirlas de iPhone a iPhone es sencillo, pero no tanto en algunos Android. Y aquí me pongo en una tesitura propia que, aunque entiendo que no es ni mucho menos algo común, me supondría un problema. A menudo realizo análisis de dispositivos Android para nuestros compañeros de Xataka, lo cual requiere que use ese dispositivo como móvil principal y, por ende, lleve allí mi tarjeta SIM.
En el mejor de los casos, ese dispositivo Android es compatible, pero ya me exige de tener que solicitar duplicado para transferir a él la eSIM. Y luego otro para volver al iPhone cuando finalizo esa review. Mucho más tedioso que simplemente sacar la tarjeta y moverla de uno a otro. Pero no es el peor caso, ya que directamente hay muchos móviles que ni siquiera son compatibles con eSIM.
Tanto los comentarios de Applesfera, como lo que he ido leyendo en redes sociales o recibiendo por parte de amigos, me demuestra que aún no estamos preparados para un mundo solo con eSIM. Ni nosotros, ni las operadoras de telefonía. Si hay alguien dispuesto a cambiarlo es Apple, como ya hizo con los primeros iPhone exigiendo que sus terminales fuesen libres y no tuviesen la famosa animación de la operadora al encenderlo.
También hay limitaciones técnicas
Incluso aceptando la eSIM como el estándar futuro, imaginar la inexistencia de un puerto USB-C se antoja problemático. Si ya lo era teniendo el Lightning, no llevar nada y fiarlo todo a la conectividad inalámbrica puede generar problemas serios para muchos usuarios.
Apple no deja de mejorar sistemas como los de AirDrop para transferir archivos. De hecho, gracias al chip N1 que traen los cuatro nuevos iPhone se obtiene una mayor velocidad. También, como vemos en los iPhone 17 Pro, en carga inalámbrica se ha mejorado el MagSafe permitiendo una potencia de hasta 30 W. Pero sigue siendo inferior al cable.
Quizás la carga sea lo de menos, sabiendo que la inalámbrica se va mejorando exponencialmente y que Apple tampoco se caracteriza por ofrecer una carga rápida demencial por cable (4o W), pero el cable sigue siendo crucial en la transferencia de archivos. Y aunque muchos no estemos en el grupo de usuarios que envían a menudo contenido a un ordenador o disco externo por esta vía, no quiere decir que no los haya (editores de vídeo, fotógrafos profesionales, músicos, etc.).
También las tecnologías Wi-Fi y Bluetooth avanzan, como vemos en los estándares Wi-Fi 7 y Bluetooth 6.0 de estos últimos iPhone. Sin embargo, lo hacen a un ritmo que aún no alcanza para, al menos, igualar las velocidades que ya se alcanzan por cable (hasta 10 Gbs en los iPhone 17 Pro).
Los obstáculos de las leyes europeas
La Comisión Europea, esa misma que impulsó la Ley de Mercados Digitales (DMA) cambiando para siempre el iPhone y que estandarizó el USB-C para todos los samartphones es, sorprendentemente, la misma que confirmó no poner pegas a un hipotético iPhone sin puertos. Siempre que cumplan con otras leyes, claro.
Las regulaciones del USB-C permiten que se adopte únicamente un estándar de carga inalámbrico, pero acorde a las leyes que regulan esas cargas. El problema está en otras normativas paralelas como la que establece un indice de reparabilidad alto a los dispositivos móviles.
Crear un iPhone sin puertos no implica directamente una mayor reparabilidad, pero sí podría dificultar reparaciones básicas como la sustitución de la batería o de ciertos componentes internos, dado que supondría eliminar vías de diagnóstico y limitar la posibilidad de usar herramientas externas para pruebas.
Todo lo comentado hace inviable un iPhone sin puertos en el corto e incluso medio plazo. Al menos si se quiere un iPhone de la mayor gama, claro. Un modelo intermedio como el iPhone Air puede ser un buen campo de pruebas, pero apostarlo todo a una gama completa sin puertos está más cerca de ser un suicidio tecnológico que de una innovación práctica.
Imagen de portada | Montaje con fotografías de Apple y PxHere
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La noticia
Nunca hemos estado tan cerca del iPhone sin puertos. La duda es si estamos preparados para asumirlo
fue publicada originalmente en
Applesfera
por
Álvaro García M.
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