Qué es la nomofobia. La adicción digital que crece en las sociedades hipermediatizadas

En la era de la omnipresencia digital, la línea entre la utilidad y la dependencia se ha vuelto cada vez más difusa. Lo que comenzó como una herramienta de comunicación y acceso a la información, hoy es, para muchos, una extensión indispensable del propio ser. Pero, ¿qué ocurre cuando la ausencia de esa extensión genera un miedo irracional? La respuesta es la nomofobia, una de las nuevas adicciones tecnológicas que está captando la atención de los especialistas en salud mental.

El doctor Juan Simón Zelaya Conti, jefe del Departamento de Adicciones de la Dirección General de Salud Mental de la Provincia, ha profundizado sobre esta creciente problemática. La nomofobia, se define como el miedo a no tener el celular, olvidarlo o quedarse sin internet, no es un fenómeno aislado. Se inscribe dentro de un circuito más amplio de dependencia a las nuevas tecnologías, que también abarca la ludopatía y el «pantallismo».

Las sombras de la hiperconexión: Síntomas y consecuencias


Los efectos de esta dependencia tecnológica no son meramente psicológicos. Zelaya Conti explica que los pacientes pueden experimentar insomnio o despertares nocturnos impulsados por la necesidad de revisar el dispositivo. La ansiedad, depresión y angustia son manifestaciones comunes, a menudo exacerbadas por situaciones cotidianas como el «clavar el visto» en los mensajes, que genera una profunda angustia ante la falta de una respuesta inmediata.

En sus manifestaciones más extremas, puede desencadenar síntomas físicos alarmantes, como dolor de pecho, respiración agitada, sudoración y mareos. A largo plazo, el efecto constante de esta adicción puede erosionar la autoestima, la autoconfianza y la seguridad de la persona, creando un perfil perfeccionista que necesita estar permanentemente al tanto de lo que sucede a su alrededor.


Frente a este escenario, el especialista ofrece una serie de recomendaciones prácticas, siempre enfatizando la necesidad de la supervisión profesional, para transitar hacia una relación más sana con la tecnología:

Se aconseja también que los niños no tengan acceso a un smartphone propio antes de los 12 años. Este límite busca prevenir el «multitasking» problemático, que promueve la conexión simultánea a múltiples pantallas y fomenta la dispersión.

«No es conveniente el pantallismo en los niños, por eso es muy importante la responsabilidad de los padres, que no sea el regalo de los ocho o nueve años un Smartphone», advierte. Si bien los niños pueden usar el celular de los padres para jugar, debe ser por un tiempo acotado y convenido. Además, recomienda que el celular se apague y se cargue por separado de la habitación del niño durante la noche, no a su lado.

La nomofobia nos invita a una reflexión profunda sobre la naturaleza de nuestra conexión con la tecnología. ¿Estamos usando la tecnología, o es la tecnología la que nos está usando a nosotros? La respuesta, según los expertos, podría estar en nuestra capacidad de desconectar.

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