«Cada vez que vemos un Google Pixel pensamos que puede ser un narcotraficante». Así de rotunda se muestra la policía catalana cuando habla de los teléfonos de Google, que suelen ser objeto común entre bandas organizadas. Evidentemente, ni Google tiene la culpa ni tampoco la tiene los desarrolladores del software empleado por los delincuentes.
Tener un Google Pixel es tener un tesoro: sus cámaras o el nuevo sabor Android de Google son reclamos suficientes para hacerse con uno. Sin embargo y lamentablemente, poseen características que los hacen apetecibles para usuarios con fines maliciosos. Solo se debe a la propia naturaleza de Android: libertad. Y en esas, los Pixel son unos de los móviles más modificables.
El riesgo de la libertad de Android
Android es un sistema operativo libre, aunque Google haya puesto ciertas barreras en los últimos tiempos. Eso implicó, sobre todo durante sus primeros años, que entusiastas del software se involucraran en la creación de ROMs alternativas al firmware stock de los terminales.
La mítica CyanogenMod, que luego dio lugar a LineageOS, es una de las más conocidas. Otras como la difunta Pixel Experience, se enfocaban en dotar a terminales de otras firmas con las características de los Pixel. En esencia, la mayoría de los usuarios optaban por este tipo de software no oficial para alargar la vida útil de sus dispositivos: sobre todo para mantener actualizada la versión de Android respecto al firmware del fabricante.
Eso sí, han ido perdiendo popularidad con la mejora en las actualizaciones oficiales, además de otros remedios que Google ha puesto en su sistema operativo. No obstante, en la actualidad sobreviven algunos proyectos (la propia LineageOS es la más veterana) como el citado por la policía: GrapheneOS.
Este firmware extraoficial, que nosotros probamos hace unos años, parte de una premisa muy interesante para un nicho de usuarios: se enfoca en la privacidad con funciones exclusivas y un exquisito trato por la seguridad. Por ende, se ha convertido en una solución fiable para los más preocupados por la protección de sus datos.
Tras la noticia de ayer, el equipo de GrapheneOS ha respondido a esta publicación, negando ser una herramienta para criminales y acusando a las autoridades europeas de una campaña de desprestigio. La controversia abre un debate profundo que va más allá de los móviles de Google y el software no oficial: toca el corazón de lo que define a Android desde su nacimiento y la tensión entre libertad y seguridad.
Por qué los Pixel son un lienzo en blanco para el software
A pesar de la reacción del equipo detrás de GrapheneOS, en ningún momento se ha hablado de un software para delincuentes, de hecho, en Xataka Android repasamos todas las alternativas al propio software de Google, se basen en Android o incluso en Linux, como opciones muy válidas para los usuarios.
Ahora bien, para entender por qué el móvil de Google es el elegido, primero hay que comprender la filosofía del sistema operativo. A diferencia de otros como iOS (SO del iPhone de Apple), donde el sistema es un bloque cerrado, la base de Android es AOSP, una de código abierto.
La mayoría de fabricantes ponen sus propias capas y restricciones, pero Google, tradicionalmente ha mantenido sus propios dispositivos como los más abiertos y puros. Esto era más evidente en la extinta familia Nexus, pero basta echar un ojo en comunidades como XDA Developers para ver que varios modelos Pixel cuentan con ROMs alternativas de la comunidad.
Esta apertura se materializa en la facilidad que otorga Google para desbloquear el gestor de arranque (bootloader) de los Pixel. Este proceso, relativamente sencillo y diferente respecto a otros fabricantes, es la puerta que permite sustituir el sistema de fábrica e instalar cualquier otro compatible. Es precisamente esta virtud, pensada para desarrolladores y entusiastas, la que se ha convertido en un atractivo para otros usos.
Aquí es donde vuelve a aparecer GrapheneOS. No es una simple app, como decimos, es un sistema operativo completo basado en Android, pero distribuido por su propia comunidad. Una de sus características es que viene «desgoogleizado», es decir, no incluye de serie ninguna de las apps o servicios de Google (sucede también en otras distribuciones). Además, según sus creadores, «elimina muchas clases de vulnerabilidades» y endurece el sistema para hacer «significativamente más difícil» que un atacante pueda explotarlo.
Curiosamente, esta distribución no oficial de Android solo es apta para los smartphones de Google. Basta revisar los lanzamientos de GrapheneOS para ver únicamente Google Pixel en su lista de dispositivos compatibles. Y hay una buena razón detrás de esto: incluso después de instalar GrapheneOS se puede volver a bloquear el bootloader. Algo que refuerza la seguridad del Pixel.
Ellos defienden que su público objetivo son usuarios preocupados por la privacidad y activistas que se oponen al «estado policial de vigilancia masiva», no son criminales. Esto no resta ni un ápice de sentido a que, debido a lo comentado, es un buen refugio para usuarios con malas intenciones, como los delincuentes a los que aludía los Mossos d’Esquadra.
Un refugio para pasar desapercibido
Aunque ni Google ni GrapheneOS tienen nada que ver en el caso policial, las características de esta combinación la convierten en una herramienta muy apreciada por las bandas criminales. Buscan una comunicación anónima, segura y que no deje rastro: de ahí que escojan este sistema alternativo. Les proporciona un sistema de comunicación cifrada complicada de rastrear por las autoridades y además sin la supervisión de Google.
De hecho, para estas bandas, la mezcla de un Pixel con GrapheneOS no es del todo segura: según detectó la policía catalana, algunos miembros de bandas llevan estos móviles a tiendas especializadas para que retiren físicamente componentes que amenazan sus actos delictivos, como el GPS, la cámara o el micrófono. El objetivo: que sean «ladrillos» de comunicación privada casi perfectos.
El equipo de GrapheneOS recordó que su sistema operativo no es «inmune a la explotación» y que no puede proteger al usuario si este instala malware conscientemente. Es el método seguido por la policía: según la noticia, insertan troyanos en los smartphones para tener acceso a toda la información que poseen.
Sea como sea, esta polémica pone de manifiesto un debate de fondo al que es complicado buscarle el equilibrio: la colisión entre el derecho a la privacidad y la libertad del software Open Source, y la necesidad de perseguir el crimen en un mundo cada vez más cifrado.
Imagen de portada | Ricardo Aguilar para Xataka y Mossos. Generalitat de Catalunya en Flickr
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La noticia
Que se vea a los Google Pixel como los móviles preferidos para el crimen solo tiene una explicación: es la naturaleza de Android
fue publicada originalmente en
Xataka Android
por
Pepu Ricca
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