
Hoy el nombre «iPad» nos parece la cosa más lógica del mundo. Si existe un iPhone, su hermano mayor es el iPad. Este hecho de por sí ya es curioso, porque internamente Apple creó la tablet antes que el teléfono. Aquel primer prototipo fue una de las razones por las que Steve Jobs vio que el futuro pasaba antes por el móvil. Sin embargo, las prioridades cambiaron y en 2007 salió el iPhone y en 2010 el iPad.
A día de hoy, el iPad sirve para casi todo. Disfrutar, trabajar… especialmente este último año, ha dado un salto gigante con iPadOS 26 y su sistema de ventanas. Pero no siempre fue así.
En enero de 2010, la recepción no fue ni de lejos tan cálida. De hecho, la reacción inicial fue bastante hostil. Tal y como le confesó el propio Steve Jobs a su biógrafo Walter Isaacson, en las primeras 24 horas tras la presentación recibió unos 800 correos electrónicos personales. Y la mayoría no eran precisamente para darle la enhorabuena.
El problema de llamar «Pad» a un producto
Uno de los principales motivos de burla fue algo que aquí en España pasó desapercibido, pero que en Estados Unidos fue la comidilla. La palabra pad en inglés se utiliza coloquialmente para referirse a una compresa (el producto de higiene femenina).
El chiste se hizo viral al instante y el hashtag «iTampon» (aunque técnicamente pad sea compresa) se convirtió en tendencia mundial. Un daño colateral que hizo que, durante las primeras horas, se hablara más del nombre desafortunado que de la tecnología que había detrás.
Alguno de los memes de la época por escoger el nombre de iPad
«Es solo un iPod Touch gigante»
Pero las risas por el nombre dolían menos que las críticas al concepto. La gran queja que llenó la bandeja de entrada de Jobs fue que el dispositivo no aportaba nada nuevo. La frase que se repetía una y otra vez en foros y medios era que el iPad era simplemente «un iPod Touch gigante».
Al ver que tenía el mismo sistema operativo que el iPhone, muchos sintieron que era un producto limitado, casi un juguete, diseñado solo para leer y navegar por internet. No veían el hueco para un dispositivo que estaba a medio camino entre el móvil y el portátil.
Uno de los primeros prototipos del iPad
Una lista de carencias técnicas
A todo esto se sumó que el primer iPad llegó al mercado con ausencias que no gustaron a los usuarios más técnicos, especialmente vistas con los ojos de 2010.
- Sin Flash: en aquel momento, no tener soporte para Adobe Flash significaba que muchas webs eran incompatibles.
- Sin cámaras: el modelo original no tenía cámara frontal para videollamadas ni trasera para fotos.
- Sin multitarea: no podías tener dos apps abiertas ni escuchar música de Spotify en segundo plano mientras navegabas.
Y un Jobs diciendo que «ni siquiera lo han probado»
Ante esos 800 correos llenos de críticas, burlas sobre compresas y quejas por la falta de Flash, Jobs podría haberse venido abajo. Admitió que «te golpea un poco» recibir tanto feedback negativo. Pero su respuesta final fue: «La mayoría ni siquiera lo ha probado».
El tiempo le dio la razón. El iPad no era un dispositivo de especificaciones, sino de experiencia. En cuanto la gente empezó a usarlo, a navegar cómodamente desde el sofá, a tocar fotos con los dedos o a leer una web completa sin hacer zoom, los chistes sobre el nombre desaparecieron y las carencias técnicas pasaron a un segundo plano. Como la de Adobe Flash Player, ya difunto entre todas las webs actuales.
La verdad es que se juzgó con dureza una primera versión. Solo un año después, el iPad 2 arregló casi todas las carencias físicas, y el software no dejó de avanzar hasta convertirlo en lo que es hoy, 15 años después.
Es una situación que nos suena familiar. Hoy vivimos algo parecido con las Apple Vision Pro: un producto nuevo, caro y criticado por lo que le falta. Quizá, como ocurrió con el iPad, solo necesite tiempo para demostrar si Jobs tenía razón de nuevo con eso de que no sabemos lo que queremos hasta que nos lo enseñan, aunque él ya no esté entre nosotros.
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La noticia
Steve Jobs no esperaba que el iPad se asociase a la «higiene femenina». Eso y las carencias técnicas le costaron 800 correos de quejas
fue publicada originalmente en
Applesfera
por
Guille Lomener
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