Recuerdo perfectamente instalar una ROM con Android 4.0 Ice Cream Sandwich, esa versión en la que Google introdujo «Holo» como guía de estilo para las aplicaciones y el propio sistema operativo. El salto fue brutal, pero viéndolo hoy en perspectiva era frío, demasiado oscuro y para nada atractivo.
Por suerte, las cosas cambiaron años después: Android 5.0 se refrescó con Material Design, la primera versión de un lenguaje que dura hasta hoy con Material 3 Expressive en Android 16. Y eso es lo mejor que le pasó al sistema operativo del robot verde: parte del éxito actual se debe a una interfaz con más sentido que antaño.
La revolución del ‘Maxibon’
Tengo que ser justo: ICS fue el momento en que Android se hizo mayor. Fue un antes y un después dado en parte por ese paso previo que fue Honeycomb, uno de los primeros intentos de Google por adaptar una interfaz a varios tipos de dispositivos.
Ojo que también se añadieron los botones en pantalla, un cambio muy radical y que terminaría acabando con los botones físicos para las acciones de atrás, home y menú. Nació la barra de navegación virtual, una que sigue presente en la versión actual. También un cambio para nada menor: la icónica vista de multitarea en formato de tarjetas verticales para cambiar entre apps.
Por último, de lo más destacable la tipografía Roboto, otra parte de los esfuerzos para dotar a Android de una identidad visual coherente y propia a través de una fuente diseñada específicamente para él. Sin embargo, no todo era tan bonito por muy consistente que fuese: el estilo «Holo» parecía inspirado en la ciencia ficción de la época (muy a lo ‘Tron’).
Una paleta de colores oscura (ideal para las pantallas AMOLED) con acentos en azul neón o cian, líneas finas y afiladas, ángulos rectos, gradientes muy sutiles y ausencia total de texturas cercanas a nuestro mundo. Vamos, que ha envejecido fatal. Hoy se percibe como un diseño poco humano: era funcional, pero no «acogedor».
Tuve ocasión de probar la interfaz en un Galaxy Nexus, y de compararla con las capas de personalización de la época: Android 4.0 lucía muy diferente en un HTC One S, Xperia S y Galaxy S2. De hecho, estéticamente me gustaba más Touchwiz que el propio Android stock.
En la actualidad, pienso que era una interfaz que cumplía su función a la perfección, más no invitaba a quedarse. La calidez y la personalidad que se esperaría de un sistema tan usado en todo el mundo llegaría más tarde. Fue como un bálsamo.
El bálsamo de Material Design
El punto de inflexión en la interfaz de Android llegó con su quinta versión: Android 5.0 Lollipop. Era un chaval cuando vi en directo aquel Google I/O de 2014 donde Matías Duarte —figura icónica de Android— introdujo Material Design. Aquello no era una actualización, era un salto y una reformulación de la estética del SO de Google.
Ahora lo veo algo así como pasar de una adolescencia oscura y rebelde a una madurez segura de sí mismas, desvaríos de un geek. Fuera metáforas, la filosofía de Material Design lo cambió todo: esa oscuridad se transformó en capas sombreadas, una pincelada de diseño que permitía conocer qué capa estaba por encima de la otra, dando profundidad.
Las animaciones renovadas respondían al toque en pantalla de forma más lógica, como si se interactuara con un objeto real. Y una mención para el característico botón flotante (FAB), uno que aterrizó en las ‘Google Apps’ y que da a cada pantalla acceso a una función importante. Gmail y su botón para redactar correos es un claro ejemplo de que además perdura.
Fue un contraste total con «Holo» que ni siquiera Material 3 Expressive ha supuesto sobre su anterior iteración. El cambio más evidente, de los fondos negros a los espacios en blanco y una paleta de colores más vibrante y atrevida. Y las animaciones, como venía comentando, dejaron de ser transiciones simples para ser una parte fundamental de la experiencia de usuario. Menos mal que Google les dio la importancia necesaria: en Android 16 siguen perfeccionándose y hacen sentir al sistema más fluido.
Una evolución sin descanso
Material Design dio lugar a… Material Design 2.0. Evidentemente no fue un salto, pero sí un refinamiento que cambió el colorido mundo que inauguró Lollipop. En Android 9.0 Pie, Google introdujo esta evolución. Se abandonaron los colores tan saturados y la barra de estado (donde se ubica el icono de Wi-Fi y la cobertura) dio paso a un dominio absoluto del color blanco.
Aquí fue el punto de conexión para las ‘Google Apps’: Gmail, Calendar, Drive… se actualizaron con un diseño distintivo y reconocible, aunque quizá perdiendo algo de la belleza cromática del principio. Con Material 3 o Material You, sin embargo, Android 12 quiso volver a los orígenes en un aspecto que se diluyó con los años.
La personalización volvía a estar en el foco, con un motor de colores dinámicos —vigente aún— capaz de analizar el fondo de pantalla y aplicar una paleta de colores cohesiva. Los botones, menús, widgets e incluso los iconos de las apps se coloreaban.
Y para cerrar este paseo y certificar que Material fue un requisito para el éxito de Android, llegamos a la actualidad. Material 3 Expressive es el último paso de Google a favor de la personalización, además de una evolución en las animaciones de interacción por parte del usuario.
Todo reacciona a los toques en pantalla, sean botones flotantes, del menú inferior o controles rápidos al desactivar el Bluetooth: las formas de los elementos del sistema van cambiando para ser intuitivas.
Es una respuesta de Google a la idea de que todo no tiene que tener exactamente ese ‘look Google’, trayendo una mayor diversidad visual sin perder la identidad. Como también es un camino que empezamos a recorrer con el «feo» pero necesario Ice Cream Sandwich.
Imagen de portada | Ricardo Aguilar y Carlos Zahumenszky para Xataka
En Xataka Android | El giro de timón de Google con el desarrollo de Android solo deja una cosa clara: Android es más de Google que nunca
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La noticia
Tengo claro que la versión más fea de Android fue Android 4.0 Ice Cream Sandwich. Menos mal que acabó llegando Material
fue publicada originalmente en
Xataka Android
por
Pepu Ricca
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