Iba al gimnasio como cualquier tarde, conecto el iPhone a CarPlay para que el trayecto sea más ameno escuchando podcast y, de repente, estuve a punto de sufrir un microinfarto. El iPhone empieza a emitir un pitido similar al que suena cuando lo tratamos de localizar con la app ‘Buscar’, pero más intenso si cabe. Y en la pantalla, un mensaje:
«Líquido detectado en el conector USB-C».
Superado el susto inicial, llegan las dudas. ¿Cuándo se ha mojado mi iPhone? ¿Es cosa en realidad del cable? Lo tengo siempre en el coche, que duerme en garaje, pero no descarto que con el frío y la humedad haya podido estropearse. Pruebo con otro cable que de pura casualidad llevo en la mochila. Tampoco funciona. Y la noche anterior había estado cargando por cable sin problema.
Esperar es siempre la mejor solución
Sin dejar de darle importancia al asunto, me resigné a hacer el camino al gimnasio sin conectar el iPhone. Había quedado en la puerta y no quería retrasarme. Fue ya al llegar cuando comencé a buscar citas en la Apple Store más cercana para que pudiese revisarlo el soporte técnico de Apple.
Se trata de un iPhone 17 Pro Max estrenado el mismísimo día de su lanzamiento, el pasado 19 de septiembre. Con apenas dos meses de vida y sin haberlo mojado a propósito o sin querer, me parecía extraña la situación. Por suerte, su garantía legal y haber contratado AppleCare+ me dejaban algo más tranquilo.
Sin embargo, a la salida del gimnasio, en último intento casi desesperado por ver si me ahorraba la visita al servicio técnico, volví a conectar el iPhone al coche con el mismo cable y… funcionó. La clave estaba en el propio mensaje que aparece debajo de la indicación de que el puerto está mojado:
«Desconecta el cable de carga para evitar. daños en el iPhone y deja que el conector se seque durante varias horas».
En mi caso no fueron varias horas, pero sí una hora. Fue suficiente para que la humedad detectada se disipase y el puerto volviese a funcionar sin problema. Y técnicamente podía haber funcionado ya previamente, pero al detectarse mojado, el sistema lo impide para evitar un cortocircuito que genere un problema aún mayor.
La humedad invisible es la gran enemiga
Anulé mi cita en la Apple Store, prevista para el día siguiente, y traté de continuar como si nada. El iPhone siguió conectándose bien al coche y también al cable de mi mesilla de noche para cargar. Durante un tiempo, llegué a pensar erróneamente que fue un bug de iOS. Pero hay un indicio claro de que no fue así.
Los iPhone tienen un distintivo para saber si se han mojado por dentro: un LCI en la ranura de la SIM que se pone rojo
Lo primero es que es muy extraño que ese aviso aparezca por un simple fallo del sistema de detección. Además, lo había reiniciado y probado con distintos cables. Y lo segundo, y más determinante, es que el iPhone sí había estado expuesto a humedad sin darme cuenta.
El gimnasio, claro coprotagonista de esta historia, fue el responsable. En máquinas como la cinta de correr, hay un espacio pensado para dejar botellas de agua o, como en mi caso, el móvil. Acostumbro a dejarlo ahí mientras hago ejercicio y días más tarde comprobé como a menudo esa zona está húmeda, bien sea por el aire acondicionado que está justo encima de las máquinas o porque alguien previamente dejó una botella húmeda.
Era completamente normal que el puerto de mi iPhone se hubiese humedecido. Lo único que no me cuadraba era que la noche anterior, después de haber pasado por el gimnasio, hubiese cargado sin problemas. Pero sí hay una explicación plausible.
La humedad no siempre entra de inmediato en el conector, ya que puede quedarse acumulada alrededor del puerto (en la funda o en el propio borde del conector) y terminar infiltrándose más tarde, especialmente si el móvil cambia de temperatura o vuelve a meterse en un ambiente cerrado, como un bolsillo o una mochila. Esa ligera condensación retrasada es suficiente para que el sensor de humedad del iPhone se active horas después, que es probablemente lo que ocurrió en mi caso.
Por tanto, esto me sirve como lección para recordar que la humedad y el agua es el mayor enemigo de la electrónica y más cuando es invisible como fue en mi caso. De haber ido a más, hubiese tenido que acudir al servicio técnico. De ahí mi consejo de no seguir intentándolo y dejar que el iPhone «repose» lejos de cables y más humedad. Y si persiste, entonces sí, acudir al soporte técnico.
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La noticia
Un susto con mi iPhone me enseñó una gran lección: la humedad es su gran enemigo invisible
fue publicada originalmente en
Applesfera
por
Álvaro García M.
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