En enero de 2025 Reino Unido elevó la voz en el plano internacional. El secretario de defensa británico, John Healy, explicó que un submarino nuclear y dos buques de la Royal Navy habían avistado a un barco espía en aguas de la nación, y que se trataba de la segunda vez en tan solo tres meses. El mensaje no se quedó ahí. Reino Unido daba un nombre y una nación detrás de la incursión: Yantar y Rusia.
Ahora se ha descubierto que el buque ha estado haciendo mucho más que eso.
El resurgir de una guerra. En los últimos meses, la atención de la OTAN se ha desplazado hacia un frente menos visible pero cada vez más crítico: el lecho marino europeo. La protagonista de esta nueva preocupación es, otra vez, el Yantar, un buque espía ruso que, disfrazado de navío civil, recorrió durante casi 100 días las aguas del Atlántico y del Mediterráneo con un objetivo preciso: mapear y vigilar los cables submarinos de los que dependen Europa y Norteamérica para sus comunicaciones digitales, sus transacciones financieras, su energía y hasta sus sistemas militares más sensibles.
Todo esto lo sabemos gracias al Financial Times, que tras una investigación basada en entrevistas con oficiales navales de la OTAN y ex miembros de la Flota del Norte rusa, así como en imágenes de radar de la Agencia Espacial Europea, ha confirmado que el Yantar llegó a situarse sobre cables críticos en el mar de Irlanda y frente a Noruega, en la estratégica ruta hacia Svalbard.
El papel del GUGI. El Yantar opera bajo la órbita del Glavnoye Upravlenie Glubokovodnikh Issledovanii (GUGI), el directorado de investigación en aguas profundas creado en la Guerra Fría y conocido en Occidente como Unidad Militar 40056. Con base en Olenya Guba, en la península de Kola, esta fuerza se sitúa en la frontera entre la Marina rusa y la inteligencia militar (GRU), dedicada menos a la ciencia que al espionaje.
GUGI dispone de unas 50 plataformas (desde minisubmarinos capaces de alcanzar 6.000 metros de profundidad hasta buques nodriza como el Yantar), diseñadas para colocar sensores, manipular o sabotear cables y, llegado el caso, destruir infraestructuras estratégicas en un escenario de conflicto. A pesar de los golpes sufridos (como el incendio del submarino Losharik en 2019 o la muerte de su jefe histórico por covid), la organización ha seguido recibiendo recursos incluso en plena guerra de Ucrania, lo que ha permitido encargar nuevas unidades espía.
El Yantar
La amenaza en la zona gris. La reactivación de las misiones del Yantar desde finales de 2023 indica que Moscú ha abandonado la cautela inicial que mostró tras invadir Ucrania. Analistas como Sidharth Kaushal (RUSI) señalan que Rusia ha medido las líneas rojas de la OTAN y ahora se muestra más dispuesta a correr riesgos.
Los planes detectados en el mar de Irlanda, donde convergen varios cables que conectan Reino Unido e Irlanda, encajan en la lógica rusa de actuar en la llamada “zona gris”: operaciones de sabotaje encubiertas que no equivalen a un ataque militar abierto pero que pueden desestabilizar sociedades enteras. De hecho, oficiales occidentales advierten que Moscú podría, llegado el caso, cortar energía o comunicaciones para forzar a gobiernos a la negociación, o incluso alterar las señales temporales que viajan por los cables, con efectos devastadores en sectores como el comercio financiero de alta frecuencia.
La vulnerabilidad europea. El Reino Unido obtiene el 99% de sus comunicaciones digitales de cables submarinos y tres cuartas partes de su gas a través de ductos subacuáticos. Irlanda, que no pertenece a la OTAN, es un punto especialmente expuesto: cortar sus conexiones supondría aislarla del continente sin atacar directamente a un miembro aliado. El informe parlamentario británico del 19 de septiembre alertó de que el país “no podría garantizar prevenir un ataque ni recuperarse en un plazo aceptable”, criticando además la fragmentación de responsabilidades entre ministerios.
En Dinamarca, el caso de las explosiones de Nord Stream en 2022 evidenció la misma dispersión burocrática. Aunque Londres ha asignado a la Royal Navy la misión de proteger estas infraestructuras, expertos señalan que la falta de fragatas antisubmarinas y la dependencia de patrulleras limitan la capacidad de respuesta real.
El proyecto Atlantic Bastion. Para cerrar esa brecha, la OTAN y en especial Reino Unido barajan la creación del “Atlantic Bastion”: un anillo defensivo de sensores, drones submarinos y estaciones acústicas en el fondo marino que refuerce el control del corredor Groenlandia-Islandia-Reino Unido. Aunque el plan aún carece de financiación concreta, su necesidad resulta cada vez más evidente.
En paralelo, buques de vigilancia como el Proteus británico ensayan con vehículos autónomos capaces de documentar las actividades del Yantar y de otras unidades del GUGI, con la idea de exhibir pruebas públicas y generar disuasión. El propio almirante Gwyn Jenkins, jefe de la Royal Navy, advirtió este mes que el GUGI, tras un período de relativa quietud, “está regresando”.
Guerra silenciosa. La actividad del Yantar no es un caso aislado: entre otoño de 2023 y noviembre de 2024, once buques rusos (militares y supuestamente civiles) sostuvieron una presencia casi constante en aguas británicas e irlandesas. Los servicios de inteligencia aliados sospechan que Moscú ya prepara escenarios de sabotaje contra cables como medida de presión sobre los países que arman a Ucrania.
Si bien hasta ahora estas operaciones se han mantenido bajo el umbral del enfrentamiento abierto, la posibilidad de que Rusia “apague” el Reino Unido o aísle Irlanda no es una hipótesis descabellada. Como resumió el excapitán David Fields, antiguo agregado naval británico en Moscú: “La doctrina militar rusa consiste en golpear primero, fuerte y donde más duele, para evitar que el enemigo llegue siquiera a librar la guerra”.
En ese tablero silencioso, el Yantar se ha convertido en la pieza clave de un ajedrez submarino que amenaza con redefinir los límites de la seguridad europea.
Imagen | Defence Imagery, Andrey Luzik
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La noticia
Una flota fantasma ha mapeado toda la estructura submarina de la UE. La pregunta es qué va a hacer Moscú con esa información
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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