¿Adiós a los constantes mensajes de «Aceptar cookies»? La Comisión Europea estudia cambiar la normativa 16 años después

¿Adiós a los constantes mensajes de "Aceptar cookies"? La Comisión Europea estudia cambiar la normativa 16 años después

Durante casi dos décadas ya, navegar por Internet en Europa ha sido sinónimo de un ritual agotador: abrir una página web, cerrar un banner de cookies; acceder a otra, cerrarlo de nuevo; volver días después y repetir la operación.

Nuestra experiencia de usuario ha quedado marcada por una sucesión interminable de avisos, clics forzados y pop-ups intrusivos que prometían proteger nuestra privacidad… pero que, en la práctica, han logrado poco en ese sentido, generando más bien fatiga y, paradójicamente, decisiones menos informadas.

Ahora, la Comisión Europea está ultimando una reforma histórica que podría poner fin a este modelo, transformando por completo el consentimiento de cookies tal y como lo conocemos. Los navegadores serían los responsables de gestionar nuestras preferencias, eliminando la mayor parte de los avisos y simplificando radicalmente la experiencia online.

Una década y media de fatiga: así llegamos hasta aquí

La situación actual nace de dos grandes hitos legislativos: la ePrivacy Directive de 2009 (que inauguró el uso de banners para cookies) y el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de 2018: la combinación de ambos permitió obligar a que las webs obtuvieran un consentimiento explícito antes de colocar cookies no esenciales.

Sobre el papel era un avance en derechos digitales; en la práctica, se convirtió (y sigue siendo) en un mecanismo poco eficaz y profundamente molesto para millones de usuarios.

Las investigaciones confirman los problemas: un análisis citado en los documentos muestra que el 54% de los sitios web estudiados incumplía al menos un aspecto del consentimiento. Paralelamente, los usuarios rara vez leen los textos del banner: aceptan para quitarlo de en medio. La Comisión Europea reconoce que esta dinámica genera lo que se denomina ‘fatiga de consentimiento’, que vacía de sentido la protección que pretendía ofrecer la normativa.

El coste colectivo del sistema actual es enorme. Según las estimaciones recogidas en las fuentes, los europeos emplean 575 millones de horas al año en gestionar avisos de cookies, lo que equivale a 72 minutos por persona solo en cerrar banners repetitivos.

Todo este esfuerzo no solo no mejora realmente la privacidad: también genera inseguridad. Como advierten los expertos, los banners falsos pueden ser utilizados por ciberdelincuentes para camuflar descargas o permisos engañosos, aprovechando lo acostumbrados que estamos a hacer clic sin pensar.

El cambio que propone Bruselas: una configuración única en el navegador

La reforma —parte del paquete legislativo digital conocido como Digital Package o Digital Omnibus— plantea una solución aparentemente simple: centralizar el consentimiento en el navegador.

En lugar de mostrar un aviso en cada página, Chrome, Firefox, Safari y otros navegadores permitirían a los usuarios fijar sus preferencias de cookies una sola vez. Después, los sitios web estarían obligados a respetar esas preferencias automáticamente, evitando la aparición de pop-ups salvo casos muy concretos.

El nuevo esquema funcionaría así:

Los banners que sobrevivan a esta reforma quedarían reducidos a un simple sí o no de un solo clic, mucho menos intrusivo que la situación actual .

Además, se eliminará la obligación de mostrar avisos para cookies ‘inofensivas’, como aquellas destinadas a estadísticas básicas de tráfico, algo que también reducirá interrupciones innecesarias .

Qué cambia para los usuarios: adiós a los clics repetitivos

La medida promete resolver algunos de los problemas más criticados del sistema actual:

Qué cambia para empresas y medios: entre el alivio y la preocupación

La propuesta también tiene un impacto enorme en la industria digital:

Si el control se flexibiliza demasiado, la reforma podría derivar en un seguimiento más opaco, disfrazado de simplicidad

¿Menos banners o menos derechos?

Aunque la medida se presenta como una mejora evidente para usuarios y empresas, no faltan voces críticas que advierten del riesgo de que podríamos estar apostando por la comodidad en detrimento de la privacidad.

Y es que reducir los avisos no implica automáticamente más privacidad. Todo depende de que las webs respeten estrictamente las señales del navegador y de que la normativa establezca límites claros sobre qué cookies quedan exentas.

Si la Unión Europea no logra equilibrar comodidad y protección, esta nueva era post-banner podría caer, como la actual, en el cajón de los experimentos fallidos.

Vía | The Verge

Imagen | Marcos Merino mediante IA

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Marcos Merino

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