
RTVE llevaba semanas amenazando con hacerlo si Israel seguía entre los países participantes en Eurovisión, y finalmente lo ha llevado a cabo, cortando una racha de 65 participaciones ininterrumpidas desde 1961. Sin embargo, esto va más allá de una mera negativa a continuar con las emisiones de la final: hay muchos intereses detrás de esta decisión y que se desatarán a partir de ahora. El más obvio: ¿quién emite ahora Eurovisión?
España rompe la baraja. RTVE abandona Eurovisión 2026 ante la negativa de la UER (Unión Europea de Radiodifusión, organizadora del evento), a vetar a Israel, con 738 votos favorables frente a 264 contrarios y 120 abstenciones. La votación no abordaba, en realidad, la expulsión de Israel, sino la aprobación de nuevas medidas sobre transparencia en el televoto que, en la práctica, permitían la continuidad del país. España se une así al frente de presión en el que también militan Países Bajos (AVROTROS), Irlanda (RTÉ) y Eslovenia, y la medida es total: no habrá candidato en Viena ni señal en directo de la final
Una de cinco. España se convierte así en el único miembro de los Big Five (grupo formado por los mayores financiadores del certamen junto a Francia, Alemania, Italia y Reino Unido) en abandonar el barco. El impacto en cifras de esta decisión es directo: cada país de los Big Five (que disfrutan de acceso automático a la final sin pasar por semifinales) aporta aproximadamente 350.000 euros anuales al festival, una suma que la UER perderá de las arcas españolas y que es muy superior a los 30.000-50.000 euros que pagan las naciones más pequeñas. Además, sucede en un momento delicado: Moldova ya había justificado retirarse previamente citando «costes insostenibles».
Por otra parte, Alemania amenazó con abandonar si Israel era expulsada, evidenciando la fractura interna. España se convierte así en el primer miembro de los Big Five en concretar una retirada por motivos políticos, estableciendo un precedente que podría animar a otros países a seguir sus pasos. Conjuntamente, estos cinco estados proporcionan a la emisión unos treinta millones de espectadores. Es decir, que tal y como ha comentado la prensa, es una decisión inaudita que convierte esto en «el mayor boicot de la historia del festival»
¿Quién emite ahora? La renuncia de RTVE a los derechos de emisión plantea un interrogante inédito: ¿pueden otras televisiones españolas transmitir el certamen? Debemos tener en cuenta décadas de bloqueos institucionales por parte de RTVE. La FORTA (federación que agrupa doce televisiones autonómicas) lleva treinta años intentando ingresar en la UER sin éxito. «La autorización de RTVE es condición necesaria, y niega reiteradamente nuestro ingreso», declaraba en 2020 su secretario general. Aún así, los estatutos de la UER permiten múltiples miembros por país, como ocurre con cadenas privadas que lograron acceso (SER y COPE en radio).
En 2014, cuando España se ausentaba de Eurovisión Junior, la organización europea contempló que Atresmedia o Mediaset asumieran la participación, pero el Grupo Directivo de la UER rechazó la propuesta. Ahora, la UER técnicamente podría vender los derechos de emisión a otras cadenas españolas, aunque requeriría, de nuevo, el beneplácito de RTVE. Hay un precedente para todo este trajín en Alemania: la ARD que representa al país es, precisamente, un consorcio de televisiones regionales, similar al modelo de FORTA.
Boicotea, que algo queda. Los boicots no son nuevos en Eurovisión, aunque nunca habíamos presenciado uno de esta magnitud. En 2009, Georgia abandonó tras negarse a modificar su canción ‘We Don’t Wanna Put In‘, considerada crítica hacia Putin. En 2017, Rusia no pudo participar en Kiev tras enviar a Julia Samoylova, vetada por actuar en Crimea. El precedente más cercano fue en 2022, con la expulsión rusa por invadir Ucrania. Los estados árabes evitan históricamente el concurso por la presencia israelí: Marruecos solo participó en 1980, cuando Israel no acudió. Turquía abandonó en 2013 alegando un comportamiento injusto de los Big Five.
Reacciones internacionales. El presidente israelí Isaac Herzog celebró la decisión de que Israel permaneciera en Eurovisión como muestra de «solidaridad» entre naciones, a la vez que el ministro de Exteriores deseaba «la caída en desgracia» de todos aquellos que han participado en el boicot. Una opinión contraria al boicot que ha encontrado eco en países como Austria: la ministra de exteriores Beate Meinl-Reisinger, por ejemplo, insistió en que el certamen «no es instrumento para sanciones».
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La noticia
La pregunta no es si nos vamos a quedar sin ver Eurovisión, sino dónde vamos a ver Eurovisión
fue publicada originalmente en
Xataka
por
John Tones
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