
Cuando pensamos en el Neolítico, la verdad es que nos imaginamos el uso de herramientas de piedra pulida, cómo empezaban a coquetear con la cerámica o como se mataban entre ellos. Pero a esto ahora hay que sumar la ingeniería acústica, que parece que también la tenían algo dominada gracias a las caracolas. Algo que se dio justamente aquí en España.
La investigación. Ha sido la Universidad de Barcelona la que ha podido confirmar que doce caracolas marinas halladas en los yacimientos de Cataluña no eran resto de comida ni adornos, sino sofisticados instrumentos musicales y de comunicación que son capaces de producir un sonido potente y modulable similar al de una trompa moderna. Algo que se puede considerar el primer instrumento musical de la historia.
Este hallazgo ha sido publicado en la revista científica Antiquity y sugiere que estas caracolas Charonia lampas fueron modificadas por los propios locales para convertirse en lo que ahora se denomina una de las «tecnologías de producción de sonido más antiguas que se ha conocido por el ser humano».
Las caracolas. Sin duda las protagonistas de este estudio y que han sido datadas entre finales del quinto y principios del cuarto milenio antes de Cristo. Es decir, hace unos 6.000 años. Unas piezas que han sido recopiladas de diferentes ubicaciones de Cataluña como son las minas de variscita de Gavà, asentamientos en el Penedès y la cuenca del Llobregat.
Pero más allá de lo antiguas que son, también destaca la intencionalidad técnica que tiene, puesto que estas caracolas no fueron recogidas para comer el molusco. La ciencia apunta a que se recogieron ya vacías y recolectadas por su tamaño y ergonomía para ser utilizadas como instrumento musical.
A partir de esta materia prima, a todas las piezas se les quitaba la punta con precisión para crear una boquilla para poder generar el sonido. La idea en este caso era tener el tamaño adecuado para poder llevarlo encima y que tuviera un sonido adecuado.
Probando el sonido. Más allá de tener la caracola encima de la mesa, también se quería saber a lo que escuchaba la prehistoria. Para ello eligieron las ocho caracolas que se mantenían en un buen estado y soplaron a través de ellas. El resultado fue muy espectacular: al soplar a través de ellas, vibrando los labios de la misma forma que se hace con los instrumentos de viento-metal actuales (como una trompeta o un trombón), las conchas cobraron vida.
El sonido resultante fue potente, estable y con un timbre similar al de una trompa francesa. Pero aunque se pueda parecer que solo tenía una nota disponible, la realidad es que introduciendo la mano en las conchas podía bajar el tono y cambiar la nota. E incluso si se iba articulando la lengua se modificaba la textura del sonido. De esta manera, en la prehistoria no solo hicieron un instrumento, sino que también tenían la posibilidad de ‘jugar’ con el sonido.
Un teléfono. Más allá de su capacidad musical, estos objetos cumplían una función vital como herramientas de comunicación a larga distancia. El propio estudio apunta a que en un mundo donde no había lógicamente ni teléfonos ni WhatsApp, las trompetas servían como sistema de comunicación para coordinar comunidades. Seis de las caracolas fueron halladas en las minas de Gavà, lo que sugiere su uso para enviar señales entre los trabajadores de las diferentes galerías subterráneas o para comunicarse con los asentamientos agrícolas circundantes.
Su importancia. Este hallazgo no es banal, ya que nos abre el debate del origen de la música en la humanidad. La pregunta es bastante clara: ¿Nació por pura necesidad utilitaria (coordinar la caza, avisar de peligros) o por una necesidad estética y emocional?
De momento se puede sacar la conclusión de que se hacía un uso conjunto para ambas funciones. Eran herramientas pragmáticas para la gestión social y el trabajo en las minas, pero su capacidad melódica podría usarse también en los rituales o las celebraciones de las diferentes tribus.
Imágenes | Steve Adams
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La noticia
Parece una caracola, en realidad es una «tecnología de sonido» fabricada hace 6.000 años en la Cataluña neolítica
fue publicada originalmente en
Xataka
por
José A. Lizana
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