En la era de la omnipresencia digital, la línea entre la utilidad y la dependencia se ha vuelto cada vez más difusa. Lo que comenzó como una herramienta de comunicación y acceso a la información, hoy es, para muchos, una extensión indispensable del propio ser. Pero, ¿qué ocurre cuando la ausencia de esa extensión genera un miedo irracional? La respuesta es la nomofobia, una de las nuevas adicciones tecnológicas que está captando la atención de los especialistas en salud mental.

El doctor Juan Simón Zelaya Conti, jefe del Departamento de Adicciones de la Dirección General de Salud Mental de la Provincia, ha profundizado sobre esta creciente problemática. La nomofobia, se define como el miedo a no tener el celular, olvidarlo o quedarse sin internet, no es un fenómeno aislado. Se inscribe dentro de un circuito más amplio de dependencia a las nuevas tecnologías, que también abarca la ludopatía y el «pantallismo».
Las sombras de la hiperconexión: Síntomas y consecuencias
Los efectos de esta dependencia tecnológica no son meramente psicológicos. Zelaya Conti explica que los pacientes pueden experimentar insomnio o despertares nocturnos impulsados por la necesidad de revisar el dispositivo. La ansiedad, depresión y angustia son manifestaciones comunes, a menudo exacerbadas por situaciones cotidianas como el «clavar el visto» en los mensajes, que genera una profunda angustia ante la falta de una respuesta inmediata.
En sus manifestaciones más extremas, puede desencadenar síntomas físicos alarmantes, como dolor de pecho, respiración agitada, sudoración y mareos. A largo plazo, el efecto constante de esta adicción puede erosionar la autoestima, la autoconfianza y la seguridad de la persona, creando un perfil perfeccionista que necesita estar permanentemente al tanto de lo que sucede a su alrededor.
Frente a este escenario, el especialista ofrece una serie de recomendaciones prácticas, siempre enfatizando la necesidad de la supervisión profesional, para transitar hacia una relación más sana con la tecnología:
- Limitar el tiempo en pantalla: Establecer horarios definidos para el uso del celular cada día, evitando la conexión continua.
- Reducir al máximo las notificaciones de las aplicaciones para disminuir la dependencia de las interrupciones constantes.
- Eliminar aplicaciones innecesarias: Desinstalar aquellas apps que no son fundamentales para reducir la tentación de estar en constante alerta.
- Desconexión nocturna total: No utilizar el celular como despertador. En su lugar, se aconseja apagarlo completamente, retirarlo de la habitación donde se duerme y optar por un despertador tradicional.
- Actividades «sin celular»: Realizar caminatas, senderismo o cualquier actividad al aire libre dejando el dispositivo en casa o apagado. «Si se realiza senderismo, caminata o trekking sin el aparato, trabajamos para aprender a despojarnos del mismo», explica el doctor Zelaya Conti.
- La Infancia y la Responsabilidad Digital Parental
Se aconseja también que los niños no tengan acceso a un smartphone propio antes de los 12 años. Este límite busca prevenir el «multitasking» problemático, que promueve la conexión simultánea a múltiples pantallas y fomenta la dispersión.

«No es conveniente el pantallismo en los niños, por eso es muy importante la responsabilidad de los padres, que no sea el regalo de los ocho o nueve años un Smartphone», advierte. Si bien los niños pueden usar el celular de los padres para jugar, debe ser por un tiempo acotado y convenido. Además, recomienda que el celular se apague y se cargue por separado de la habitación del niño durante la noche, no a su lado.
La nomofobia nos invita a una reflexión profunda sobre la naturaleza de nuestra conexión con la tecnología. ¿Estamos usando la tecnología, o es la tecnología la que nos está usando a nosotros? La respuesta, según los expertos, podría estar en nuestra capacidad de desconectar.